Por Javier Rivas Mtz (MD)
Los dones espirituales de poder tuvieron un propósito al principio de la fundación de Iglesia: Dar testimonio a los elegidos del poder de Dios para su conversión, antes de que el último libro bíblico fuera expuesto a la humanidad pecadora. Sabemos que los dones espirituales de poder dejaron de ser ya. Dejaron de ser al cerrarse el canon bíblico porque Dios «habla hoy por el Hijo» a los creyentes, es decir, por medio de su Palabra que está en la Biblia (Hebreos 1:1). Unos concretan que los dones sobrenaturales desaparecieron en el siglo II, otros, que al principio del siglo III. Lo que se sabe perfectamente, es que no hay documento alguno que conste la expresión sobrenatural de ellos, ni tampoco en el tiempo de la Reforma existe información alguna. Si hay algo que se parezca a lo concerniente, aún a lo sumo, no deja de ser una farsa que la Biblia rechaza por su naturaleza no santa.
Dijimos en otra parte, que Ireneo de Lyón, discípulo de Policarpo, y éste a su vez del apóstol Juan, refutó con agresividad, por su naturaleza herética y perniciosa, a la doctrina Montanista, muy parecida a la Iglesia Neopentecostalista Carismática actual, que se caracteriza por sus exageraciones emocionales que parecen espirituales. Los cabos se unen. Los extremos heréticos, uno, que inició en el siglo II de nuestra era, y el otro que apareció a principios del siglo XX, se encuentran cara a cara a pesar de sus distancias cronológicas, para dar lugar al sello personal de la apostasía de hoy, y que fue profetizada por el apóstol Pablo hace casi veinte siglos atrás (1 Timoteo 4:1).
Los dones espirituales de poder tuvieron un propósito al principio de la fundación de Iglesia: Dar testimonio a los elegidos del poder de Dios para su conversión, antes de que el último libro bíblico fuera expuesto a la humanidad pecadora. Sabemos que los dones espirituales de poder dejaron de ser ya. Dejaron de ser al cerrarse el canon bíblico porque Dios «habla hoy por el Hijo» a los creyentes, es decir, por medio de su Palabra que está en la Biblia (Hebreos 1:1). Unos concretan que los dones sobrenaturales desaparecieron en el siglo II, otros, que al principio del siglo III. Lo que se sabe perfectamente, es que no hay documento alguno que conste la expresión sobrenatural de ellos, ni tampoco en el tiempo de la Reforma existe información alguna. Si hay algo que se parezca a lo concerniente, aún a lo sumo, no deja de ser una farsa que la Biblia rechaza por su naturaleza no santa.
Dijimos en otra parte, que Ireneo de Lyón, discípulo de Policarpo, y éste a su vez del apóstol Juan, refutó con agresividad, por su naturaleza herética y perniciosa, a la doctrina Montanista, muy parecida a la Iglesia Neopentecostalista Carismática actual, que se caracteriza por sus exageraciones emocionales que parecen espirituales. Los cabos se unen. Los extremos heréticos, uno, que inició en el siglo II de nuestra era, y el otro que apareció a principios del siglo XX, se encuentran cara a cara a pesar de sus distancias cronológicas, para dar lugar al sello personal de la apostasía de hoy, y que fue profetizada por el apóstol Pablo hace casi veinte siglos atrás (1 Timoteo 4:1).
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Dos hombres, Fox y Parham, fueron los dos Neo-Montanistas que iniciaron la búsqueda de las manifestaciones espirituales de manera sobrenatural, cultivando el germen patológico que se infiltró como epidemia en las iglesias cristianas, para erguir la torre de la enfermedad maligna que se conoce hoy en día como Carismatismo Neopentecostalisa.
La historia empieza así:
Casi al terminar el siglo XIX, algunos metodistas y diferentes cristianos del movimiento de Santidad, estaban obsesionados en las manifestaciones sobrenaturales de la sanidad divina y del hablar en lenguas. Charles Fox Parham, joven de 18 años, en 1891 enseñaba que el hablar en lenguas era señal del bautismo en el Espíritu Santo. En el año 1900, Parham abrió un colegio en Topeka, Kansas, donde pregonaba que Dios daría a sus seguidores la capacidad de hablar en otras lenguas, sin que éstas hubiesen sido estudiadas previamente. La finalidad era, que al ser capacitados para hablarlas, la evangelización sería un éxito para el alcance del perdido en los diferentes lugares del mundo. Un hombre, A. G. Garr, fue el primer hombre en hablar en lenguas, en Azuza, California. Se trasladó a la India con el fin de hablar el idioma en la mencionada región, cosa que jamás llegó a pasar.En diciembre 31, del año 1900, Parham y sus seguidores se reunieron en un culto para recibir el Año Nuevo. Una evangelista de treinta años, Agnes Ozman, pidió que le impusieran las manos para que recibiera el Espíritu Santo, ya que deseaba salir a predicar el evangelio a otras naciones. Se dice que Ozman habló en «chino» en ese día. Una gran parte de los seguidores de Parham, y el mismo, después de esta experiencia, hablaron en lenguas. Aunque muchos de los alumnos de Parham, no convencidos por lo visto, abandonaron terminantemente el grupo.
William J. Seymour, hombre de color de 35 años, evangelista del movimiento de Santidad, de muy poca preparación académica e inhábil orador, tomó del todo el mensaje de Parham, enseñando que el hablar en lenguas era la marca indiscutible del bautismo del Espíritu Santo, como Parham lo había admitido anteriormente en una ocasión. Los prosélitos aumentaban. Muchos empezaron hablar en lenguas, entre ellos Seymour, incluso, hubo alguien que tuvo hasta una visión donde los apóstoles del Señor le mostraban la manera de cómo hablar en lenguas. A Seymour se le conoció con el nombre de El Profeta de Pentecostés para los Ángeles.
Al movimiento se le adjudicó de fanático, que proclamaba una sarta de ideas alocadas. Se advertía del castigo divino para los individuos que cuestionaran los mensajes del predicador. Ya en 1906, en la iglesia de Azuza de los Ángeles California se enumeraba la cantidad de «trece mil conversiones», y su maldad se propagaba por todos lados. Los cultos tenían una duración aproximada de doce horas, donde apenas se leía la Biblia, pero se obligaba el hablar sin alguna discusión en lenguas. Parham fue testigo de las absurdas manifestaciones emocionales suscitadas y pudo darse cuenta que Dios no tenía nada que ver en ellas. Él mismo dijo que la proyección era carnal y que había mucho de matiz espiritista. Dos personas practicantes de la hipnosis, dijeron a Parham que no era grata su presencia en aquel lugar de culto. Seymour falleció en 1922 y su esposa en el año 1936, pero el mal no acabó allí, sino que la peste infecta fue propagada por los adeptos del grupo en muchas partes el mundo.
Bajo la influencia de Seymour, los fundadores del Pentecostalismo Carismático o Neopentecostalismo Carismático (Se ha hecho una tabla divisoria que los considera como dos entidades diferentes, pero, personalmente, la considero muy arbitraria) han dejado trazada una línea doctrinal que la caracteriza actualmente y los elementos que la componen, básicamente son:
1. Fanatismo juvenil.2. Ignorancia, credulidad ciega, torpeza intelectual, agresividad y dominio emocional (falso concepto de la verdadera santidad).3. Expectación ardiente de experimentar lo sobrenatural.4. Interpretación equivocada de las manifestaciones espirituales.
Los líderes de los grupos pentecostalistas, son personas hábiles para sugestionar psíquicamente a los creyentes débiles en su carácter y que tienen poco conocimiento bíblico, como son también aquellos creyentes que están pasando por problemas existenciales y ven en el grupo y en sus cabezas congregacionales un refugio para sus densas cargas morales y emotivas que ellos mismos no pueden llevar. Estos malabaristas del corazón, cuyas base bíblicas torcidas lejos son del conocimiento racional puro y santo que la Palabra de Dios demanda para la cordura de la razón, han infiltrado su manera de pensar en los corazones de quienes la ignorancia no les permite ver la realidad, lográndose así un cristianismo muy lejos de aquel que hace casi dos mil años era practicado con sencillez y solemnidad: Ahora el entorno se ha vuelto un desorden mundano y abunda un místico sentir y apreciar antibíblico. Es conocida la búsqueda de experiencias sensacionalistas por manipulación de la sensibilidad humana en los líderes pentecostalistas que parecen unos duchos y experimentados psicólogos de carrera oficial.
Hermanos, es hora de levantarse con conciencia y carácter de verdadero hijo de Dios, para darle la cara al Creador y así entender y aprobar con certidumbre su verdadera doctrina, que es sencilla, solemne y pura, ajena al desorden que la Iglesia Carismática Neopentcostalista promulga y realiza para confusión y perdición de los individuos que se agradan de avivar las emociones hasta la estratosfera, creyendo que Dios se complace satisfecho con tan encumbrados ritos abigarrados sacados de los adentros putrefactos del perfecto engañador que es el «Padre de Mentira», Satanás, el adversario de Dios, y de los hombres.
Dos hombres, Fox y Parham, fueron los dos Neo-Montanistas que iniciaron la búsqueda de las manifestaciones espirituales de manera sobrenatural, cultivando el germen patológico que se infiltró como epidemia en las iglesias cristianas, para erguir la torre de la enfermedad maligna que se conoce hoy en día como Carismatismo Neopentecostalisa.
La historia empieza así:
Casi al terminar el siglo XIX, algunos metodistas y diferentes cristianos del movimiento de Santidad, estaban obsesionados en las manifestaciones sobrenaturales de la sanidad divina y del hablar en lenguas. Charles Fox Parham, joven de 18 años, en 1891 enseñaba que el hablar en lenguas era señal del bautismo en el Espíritu Santo. En el año 1900, Parham abrió un colegio en Topeka, Kansas, donde pregonaba que Dios daría a sus seguidores la capacidad de hablar en otras lenguas, sin que éstas hubiesen sido estudiadas previamente. La finalidad era, que al ser capacitados para hablarlas, la evangelización sería un éxito para el alcance del perdido en los diferentes lugares del mundo. Un hombre, A. G. Garr, fue el primer hombre en hablar en lenguas, en Azuza, California. Se trasladó a la India con el fin de hablar el idioma en la mencionada región, cosa que jamás llegó a pasar.En diciembre 31, del año 1900, Parham y sus seguidores se reunieron en un culto para recibir el Año Nuevo. Una evangelista de treinta años, Agnes Ozman, pidió que le impusieran las manos para que recibiera el Espíritu Santo, ya que deseaba salir a predicar el evangelio a otras naciones. Se dice que Ozman habló en «chino» en ese día. Una gran parte de los seguidores de Parham, y el mismo, después de esta experiencia, hablaron en lenguas. Aunque muchos de los alumnos de Parham, no convencidos por lo visto, abandonaron terminantemente el grupo.
William J. Seymour, hombre de color de 35 años, evangelista del movimiento de Santidad, de muy poca preparación académica e inhábil orador, tomó del todo el mensaje de Parham, enseñando que el hablar en lenguas era la marca indiscutible del bautismo del Espíritu Santo, como Parham lo había admitido anteriormente en una ocasión. Los prosélitos aumentaban. Muchos empezaron hablar en lenguas, entre ellos Seymour, incluso, hubo alguien que tuvo hasta una visión donde los apóstoles del Señor le mostraban la manera de cómo hablar en lenguas. A Seymour se le conoció con el nombre de El Profeta de Pentecostés para los Ángeles.
Al movimiento se le adjudicó de fanático, que proclamaba una sarta de ideas alocadas. Se advertía del castigo divino para los individuos que cuestionaran los mensajes del predicador. Ya en 1906, en la iglesia de Azuza de los Ángeles California se enumeraba la cantidad de «trece mil conversiones», y su maldad se propagaba por todos lados. Los cultos tenían una duración aproximada de doce horas, donde apenas se leía la Biblia, pero se obligaba el hablar sin alguna discusión en lenguas. Parham fue testigo de las absurdas manifestaciones emocionales suscitadas y pudo darse cuenta que Dios no tenía nada que ver en ellas. Él mismo dijo que la proyección era carnal y que había mucho de matiz espiritista. Dos personas practicantes de la hipnosis, dijeron a Parham que no era grata su presencia en aquel lugar de culto. Seymour falleció en 1922 y su esposa en el año 1936, pero el mal no acabó allí, sino que la peste infecta fue propagada por los adeptos del grupo en muchas partes el mundo.
Bajo la influencia de Seymour, los fundadores del Pentecostalismo Carismático o Neopentecostalismo Carismático (Se ha hecho una tabla divisoria que los considera como dos entidades diferentes, pero, personalmente, la considero muy arbitraria) han dejado trazada una línea doctrinal que la caracteriza actualmente y los elementos que la componen, básicamente son:
1. Fanatismo juvenil.2. Ignorancia, credulidad ciega, torpeza intelectual, agresividad y dominio emocional (falso concepto de la verdadera santidad).3. Expectación ardiente de experimentar lo sobrenatural.4. Interpretación equivocada de las manifestaciones espirituales.
Los líderes de los grupos pentecostalistas, son personas hábiles para sugestionar psíquicamente a los creyentes débiles en su carácter y que tienen poco conocimiento bíblico, como son también aquellos creyentes que están pasando por problemas existenciales y ven en el grupo y en sus cabezas congregacionales un refugio para sus densas cargas morales y emotivas que ellos mismos no pueden llevar. Estos malabaristas del corazón, cuyas base bíblicas torcidas lejos son del conocimiento racional puro y santo que la Palabra de Dios demanda para la cordura de la razón, han infiltrado su manera de pensar en los corazones de quienes la ignorancia no les permite ver la realidad, lográndose así un cristianismo muy lejos de aquel que hace casi dos mil años era practicado con sencillez y solemnidad: Ahora el entorno se ha vuelto un desorden mundano y abunda un místico sentir y apreciar antibíblico. Es conocida la búsqueda de experiencias sensacionalistas por manipulación de la sensibilidad humana en los líderes pentecostalistas que parecen unos duchos y experimentados psicólogos de carrera oficial.
Hermanos, es hora de levantarse con conciencia y carácter de verdadero hijo de Dios, para darle la cara al Creador y así entender y aprobar con certidumbre su verdadera doctrina, que es sencilla, solemne y pura, ajena al desorden que la Iglesia Carismática Neopentcostalista promulga y realiza para confusión y perdición de los individuos que se agradan de avivar las emociones hasta la estratosfera, creyendo que Dios se complace satisfecho con tan encumbrados ritos abigarrados sacados de los adentros putrefactos del perfecto engañador que es el «Padre de Mentira», Satanás, el adversario de Dios, y de los hombres.