EN DEFENSA DE LA FE CRISTIANA

Buscamos difundir las doctrinas bíblicas que consideramos verdaderas, tales como el unitarismo, el evangelio del reino de Dios, la fe en Jesús como el Cristo y en su sacrificio vicario, el bautismo por inmersión, el diablo y sus demonios como ángeles caídos, la segunda venida personal y post tribulacional de Cristo, la resurrección de los muertos, la restauración del Israel nacional, la iglesia de los santos, el milenio en la tierra, la destrucción eterna de los impíos, y la vida eterna.

jueves, 7 de enero de 2010

LA BUENA BIBLIA

Por Dr. Javier Rivas Martínez (MD)
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«Toda la escritura es inspirada por Dios, útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra» (2 Tim.3:16-17).

Nos emocionamos grandemente con los días de Iglesia. Estamos ansiosos por glorificar el nombre de Dios en los templos en que nos congregamos siempre. Esperamos también con ansia desmedida al grupo que está sobre el altar para que de inicio a la alabanza y a la adoración que nos envuelva en una esfera de espiritualidad y paz. Oímos al predicador en turno, y con «aleluyas» y «glorias» a Dios por aquí y por allá aprobando con contento el discurso que sabemos nos fortalecerá y nos dará crecimiento espiritual. Pero, ¿qué pasa después de regresar a casa y seguir con el incambiable transcurso de nuestras vidas, fuera de los templos cristianos? Por desgracia, muchos piensan que es suficiente el acudir a los templos para obtener una vida espiritual férrea y grata delante de Dios. Permítame decírselo hermano que lee este escrito, y que es bien intencionado, pero no es para nada lo suficiente. Todos los cristianos, y me refiero a los verdaderos, estamos obligados cada día, mientras Dios nos preste, en su misericordia, vida, a escrutar diariamente su Palabra para conocer de manera correcta sus designios y sus ordenanzas, además, y su carácter santo e inmutable. Muchos como Job, conocen a Dios tan solo de oídas, pero realmente están lejos de conocerlo realmente. El resultado, es la concepción de un Dios torcido que parece de arriba pero que es de abajo, de profundidad mundana. Hoy en día, en que la herejía que lleva a la apostasía de los últimos días profetizada por Cristo y sus apóstoles está vigente en el mundo, el cristiano deberá estar siempre alerta, preparado contra ella, y la única manera de hacerlo es por medio de un sensato estudio bíblico que lo capacite con firmeza para detectar la mentira, por más sutil que pueda ser ésta. La mayor parte de los cristianos hogaño se encuentran envueltos en un manto de oscuridad y confusión a causa de la ignorancia de las Santas Escrituras:
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«Mi pueblo fue destruido, porque le falto conocimiento» (Os.4:6).
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Complacidos con un sentimentalismo de seguridad espiritual fundamentado en un principio francamente eclesial y ritualista, y no de fe basada en el conocimiento de la Palabra Divina, la herejía puede ser aceptada con gusto y gozo por la considerable incapacidad del creyente para detectarla, como ya dijimos, a causa de la carencia Escritural. El arraigo herético viene a ser poderoso en el cristiano bien intencionado mas errado, y destruir las fortalezas mentales para que sea liberado de ellas y que lo derivan al abismo de la perdición, es tan difícil como encontrar rosas y azucenas frescas y perladas en roció en agua en medio del desierto de Sonora a 50 grados centígrados.

«Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas. Destruimos los argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios; llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. . .» (2 Co.10:3-5).

Las más grandes batallas espirituales en el cristiano se desarrollan en la mente, para victoria o para derrota. Pablo enseña a los efesios (capítulo 6) que su lucha no es directamente con seres humanos, sino con los agentes espirituales de maldad que se encuentran invisibles (demonios) y que vienen a turbarlos y confundirlos con sus dardos de fuego (malos pensamientos, falsas expectativas, ideas y doctrinas retorcidas, depravación, etc.). Para la protección adecuada, deberá haber un conocimiento pleno de la Palabra de Dios que lleve a discernir el ataque demoníaco que viene muchas veces sprayado de gloria y santidad, pero que no deja de ser una total mentira de engaño condenador. Cuando el conocimiento bíblico se establece correctamente en el corazón (la mente) del cristiano que una vez fue ignorante, aquellas doctrinas e ideas que fueron enseñadas inciertamente empiezan a ser detectadas como inicuas y desechadas conscientemente de la mente del cristiano, ya que las considerará como falsas por el buen conocimiento de las Escrituras a las que antes era ajeno e ignorante. Las fortalezas enraizadas son destruidas y el creyente podrá caminar, entonces, en un cristianismo apropiado, en santidad, en luz, conforme a la soberana voluntad del Creador, sujetando sus pensamientos a la obediencia a Cristo.

Fortalezas malignamente enraizadas como la doctrina de la trinidad y de la inmortalidad del alma, la del diezmo levítico, la de la confesión positiva que es más soberana que la soberanía del propio Dios, la de la observancia del sábado, la de la bruna jerigonza, la del mover profético de hoy que no acata la voluntad divina, la de la creencia falsa de que Dios realiza milagros y portentos sobrenaturales en los días presentes, y aquellas que involucran de varias formas para ayudar Dios en la evangelización (porque son doctrinas además, pero dislocadas al fin y al cabo), para alcanzar a los perdidos, como es a través del teatro, con la mercadotecnia del la música mundana cristianizada (El ecuménico Marcos Witt, es el ejemplo más apropiado para el caso), con el cine, la doctrina falsa que promociona a los obtusos y bobos creyentes luchas espirituales cerradas con los demonios que «se ríen a morir» de ellos sentados en las sillas de los templos por tan antibíblica práctica de combatirlos vanamente, la doctrina falsa de de que Cristo es Dios, todas ellas, tienen que ser analizadas con denuedo y seriedad por aquellos que las han creído como ciertas. En nuestros blogs (unitarios), todas estas parafernalias altivas y extrañas al conocimiento Dios y amigas del mundo son desenmascaradas con base bíblica para que no quede duda alguna de su carácter dañino. Desafortunadamente, con orgullo y soberbia, un sin número de individuos que profesan un cristianismo nebuloso no desean ver la verdad, y el seguir en su necedad y ceguera tarde que temprano les podría traer terribles y pavorosas consecuencias, especifico, eternas.

Por otro lado, la verdadera unción, es la que nos lleva a entender correctamente la Palabra de Dios, y no es aquella que nos capacita para cantar bien en las Iglesias, o para predicar de una forma atractiva o carismática, o que hace ver más agradables y guapos a quienes predican (para las hermanitas carnales que más atentas están en agradar al ojo que para escuchar un buen sermón), ni tampoco la que se manifiesta a través de mensajes proféticos en medio de un ambiente propicio que parece espiritual o de revelaciones que no tienen nada que ver con la voluntad de Dios encontrada en su Palabra:

«Pero vosotros tenéis la unción del santo, y conocéis todas las cosas» (1 Jn.2:20).
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Por medio de la unción de Dios la Palabra Santa podrá ser entendida correctamente, de otra manera quedaría expuesta a elucubraciones terrenales dando como resultado ideas doctrinales heréticas y retorcidas Aunque alguien afirme ser de Cristo, y no tiene el Espíritu de Dios que ayuda a comprender las Escrituras, no es creyente genuino:

«Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él» (Ro.8:9).

Dios les bendiga siempre, hermanos y amigos que nos visitan.