EN DEFENSA DE LA FE CRISTIANA

Buscamos difundir las doctrinas bíblicas que consideramos verdaderas, tales como el unitarismo, el evangelio del reino de Dios, la fe en Jesús como el Cristo y en su sacrificio vicario, el bautismo por inmersión, el diablo y sus demonios como ángeles caídos, la segunda venida personal y post tribulacional de Cristo, la resurrección de los muertos, la restauración del Israel nacional, la iglesia de los santos, el milenio en la tierra, la destrucción eterna de los impíos, y la vida eterna.

miércoles, 6 de enero de 2010

LA DIOSA MADRE

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

El culto a la -diosa madre-, no es nada nuevo. Empieza en la tierra de Sinar, dónde el primer imperio organizado, de acuerdo al Génesis bíblico, se erguía al mando del perverso y profano Nimrod, imperio, que prosperaba grandemente. Nimrod fundó Babel, Erech, Accad y Calneh. Sus proezas tan notables, aun, hoy en día, son elogiadas en reinos del oriente. Nimrod y su madre y esposa Semiramis, crearon el primer sistema de idolatría en la historia de la humanidad, y según la Enciclopedia Judía, fue la persona que instigó a los hombres de aquellas regiones a levantarse en rebeldía contra el Dios de la creación absoluta (Gn. 1:1).

Cuando el rey-sacerdote Nimrod murió, su cuerpo fue cortado en pedazos y llevado a las diferentes partes de la tierra de Sinar, en Mesopotamia. Su muerte fue un gran desconsuelo para las habitantes de Babilonia. La muerte de Nirmrod no fue un factor para que el culto idolátrico babilónico decayera, y Semiramis, reina y sacerdotisa de los «misterios babilónicos», proclama a Nimrod como el -dios-solar-. Semiramis, mujer adúltera y pervertida, para mantener su supremacía como reina y diosa, al dar un hijo como producto de su fornicación, promueve que su concepción fue sobrenatural e identifica al hijo, es decir, Tamuz, con Nimrod, que había reencarnado divinamente.

Sabiendo Satanás que en cualquier momento el nacimiento virginal de Mesías Príncipe sería un hecho para la redención del pecado (Gn.3:16: «La Simiente de la Mujer»), usa como instrumentos de falsa postura y de imitación, de suplantación, a Semiramis y a su hijo de fornicación, Tamuz: Ella como -la diosa madre-, y el hijo, como -mesías del cielo- La iglesia católica ha sido influenciada sutilmente por este hecho por demás denigrante ante los ojos de Dios, y se ha encargado desde inmemoriables tiempos de incubar errónea y arteramente la cizaña idolátrica en los corazones de los pobres ignorantes e incautos, en un grado pasmoso.

Así, Nimrod, Semiramis y su hijo Tamuz, fueron herramientas usadas por el diablo para que la «religión de las idolatrías» fuera establecida y aprobada en el sistema del mundo.

Cuando las gentes de babilonia fueron esparcidas fuera de la tierra de Sinar, al confundir Dios sus lenguas (Gn. cap.11), llevaron consigo el culto pagano-religioso de la -diosa madre- por lo ancho del mundo. Podemos verificar que las religiones antiguas de as naciones comparten la adoración a la -madre del cielo- y también a su - divino hijo-.

En china, a la -diosa madre- se le llama –Shingmoo-, que significa –Santa Madre-. Se puede ver este ídolo con un niño en sus brazos y rayos de gloria saliendo de su cabeza. Para el pueblo germano -Hertha- era la -diosa madre- adorada. De igual manera que el primer ídolo, tenia un niño sostenido en sus inertes brazos. Los nórdicos llamaban a la -diosa madre- -Disa-, los etruscos –Nutria-, yen la India, se le nombraba -Indrani-. Todas, con un niño es sus brazos. De la misma manera, para los druidas era la –Virgo Partitura-, la madre babilónica, era conocida como -Afrodita-, y –Ceres- por el pueblo de Grecia. También los sumerios tenían su -diosa madre- y le llamaban –Nana-. Por los romanos, se le veneraba como –Venus- o –Fortuna-, y el hijo de ella, era nada más ni nada menos que el grandemente venerado dios falso Júpiter o Zeus. –Isi- la gran madre, y su hijo –Iswara-, son venerados en la India donde se les han hecho grandes templos para su adoración. Qué decir del pueblo Israelita, también cayeron en la adoración de la –diosa madre-, -Astaroth- (Ver cap. 2 del libro de los Jueces) y que era conocida también como -La Reina del Cielo-, de acuerdo al libro del profeta Jeremías:

«. . . sino que ciertamente pondremos por obra toda la palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del cielo, derramándole libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan, y estuvimos alegres, y no vimos mal alguno. Mas desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta todo, y a espada y de hambres somos consumidos» (Jer. 44:17, 18).

En Efeso, era conocida como –Diana- (Hech. 19:27), en Egipto la -diosa madre- era conocida y adorada como –Isis-, y su hijo como –Horus-. Países de África, de Europa y en Latinoamérica, también tienen sus –diosas madres- que veneran, al igual que sus divinos –vástagos-.

Entre los siglos III y IV, bajo el gobierno del impío Constantino, el culto babilónico de adoración a la -diosa madre- es permitido por los líderes cristianos que aceptaron en sus grupos a los paganos que practicaban dicha adoración, con el fin de retenerlos para fines de lucro (2.P.2:3). La veneración arraigada de la -diosa madre- pagana, es disfrazada por medio de una imagen cristiana de adoración a la –Madre de Cristo- para hacer más aceptable un cristianismo que no dejaba (ni deja) de ser profano e impuro. Así, la veneración a la -diosa madre- es remplazada por la veneración a la Virgen María, la madre del Señor Jesucristo, conforme el propósito de ser instrumento para serlo, y que la iglesia católica romanista acepta bajo el auspicio de Constantino, lógicamente, por intereses políticos propios, aceptando un cristianismo fuera del orden del que la Biblia establece sana y correctamente. Desgraciadamente, cristianos que fueron fieles, consintieron que los paganos cristianizados, adorasen a María, y las imágenes y figuras idolátricas de ella no se hicieron esperar, junto a la veneración de Cristo, y que se ha hecho continuo hasta nuestros días, sin ningún ápice de cambio, tal como lo ordenó la iglesia apóstata romanista católica hace menos de dos mil años, llevando por la falsa puerta de la condenación a millones y millones de personas hogaño. En ninguna parte de la Biblia se refiere que a María se le deberá adorar como –Deidad-. En Jeremías 7:18-20, dice que la ofrenda a la -Reina del Cielo- provocó ira al Dios Creador:

«Los hijos recogen la leña, los padres encienden el fuego, y las mujeres amasan la masa, para hacer tortas a la reina del cielo y para hacer ofrendas a dioses ajenos, para provocarme a ira» (Jer.7:18).

Cosas curiosa, se conoce que las mujeres de Paphos, en Chipre, tienen la costumbre de ofrenda a la Virgen María, que consideran Reina del Cielo, en los altares antiquísimos de la diosa Astareté. María es venerada de muchas formas, dijimos con imágenes y figuras, y con rezos como el -Ave María-.

En la Biblia, jamás, nunca, pero nunca jamás, se mecinona que Maria sea «mediadora» o «co-redentora». de los hombres. Al contrario, ella acepta su bajeza por saberse mujer pecadora, que requiere salvación, por tener la semilla de la iniquidad que todos los hombres llevamos a causa de la trasgresión en el Edén (Gn.cap.3; Sal.51:5; Sal.54; Ro.cap.5).

Con palabras de la misma María, en «Magnificat», ratificamos las palabras precedentes:

«Y María dijo: Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva. He aquí pues, desde ahora, me tendrán por bienaventurada todas las generaciones, porque el Poderosos ha hecho grandes cosas conmigo. . . » (Lc.1:46-49).

Es cierto que María menciona que las generaciones posteriores la tendrían por bienaventurada, pero se refiere al privilegio, que pudo haber tenido otra mujer por los designios divinos, de ser el instrumento para que el logos («ideal») de Dios fuese concebido en su vientre. No se le conoce a Maria ninguna potestad, como lo afirman los católicos, ya que Dios, como ella lo menciona, «ha hecho grandes cosas conmigo». Es más, María era ignorante de haber sido el receptáculo escogido para la encarnación de Jesucristo, porque es obvia su turbación y desatino cuando el ángel se le aparece para revelare el plan de la concepción sobrenatural en su persona (Ver cap. 1 de Lc.). Esto la descarta definitivamente como -patrona y mediadora del cielo-. Sin tratar de ser irónico, pregunto: ¿Qué dios o diosa no lo sabe todo? Y contesto: Al menos que sea el Eterno y Poderoso Dios del cielo que es Jehová (Hech. 15:18; He.4:13; Sal.139:1-4; Is. 44:28).

Dios no concibe más «medidor» para llegar a la salvación que el Señor Jesucristo:«Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a si mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo» (1 de Tim.2:5).

María murió, y necesita ser juzgada como la Biblia lo hace saber (He.9:27). No hay un lugar en ella que diga que María ascendió al cielo para ser «patrona ni mediadora» de los que creen que ella lo es. Pero si lo hizo Jesucristo, para establecerse a la Diestra del Dios Padre (Hech.1:9; 7:55). Sin ofender a nadie, lo que hemos plasmado con letras, sin ningún temor a equivocarnos, por las razones indubitables allegadas, es una gran mentira que ha narcotizado y cautivado a tantos que han abrazado el catolicismo apóstata, que los guía fríamente a la destrucción perdura.
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Respetuosamente, reto a cualquier persona que dé pruebas contundentes de lo contrario, con la condición que sean bíblicas, verdaderas, mas no con leyendas tradicionalistas religiosas, ya que están expuestas al mucho error.Concluyo así, con este versículo que habla del verdadero mediador del Nuevo Pacto, Cristo Jesús, el Hijo de Dios y Redentor del mundo. No hay otro, ni otra:

«Así que, por eso es mediador (Cristo) de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las trasgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna» (He.9:15).

Dios les bendiga amigos y hermanos.