EN DEFENSA DE LA FE CRISTIANA

Buscamos difundir las doctrinas bíblicas que consideramos verdaderas, tales como el unitarismo, el evangelio del reino de Dios, la fe en Jesús como el Cristo y en su sacrificio vicario, el bautismo por inmersión, el diablo y sus demonios como ángeles caídos, la segunda venida personal y post tribulacional de Cristo, la resurrección de los muertos, la restauración del Israel nacional, la iglesia de los santos, el milenio en la tierra, la destrucción eterna de los impíos, y la vida eterna.

domingo, 22 de agosto de 2010

LA PARUSIA Y EL REINO DE CRISTO (con un sucinto estudio del metodo alegorico de interpretacion)

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

La historia registra que la creencia premilenarista fue la creencia universal de la Iglesia durante [doscientos cincuenta] años después de que Cristo padeció en la cruz. En la era pre-nicénica el punto escatológico principal fue el premilenarista, que es la postura doctrinal que expone un Reino de Cristo, netamente visible y Milenario, palpable, fundado en la tierra. Durante dos siglos nunca se vio emerger un antagonismo doctrinal a este respecto, concluyéndose que la fe original de la Iglesia Primitiva fue, incuestionablemente, [Milenarista].

Ejemplos:

Justino Mártir, en su «Diálogo con Trifón»:

«Pero yo y quienquiera que, desde todo punto, sea un cristiano honrado sabremos que habrá resurrección (refiriéndose a la primera) y mil años en Jerusalén, la cual será edificada, adornada, y ampliada, como lo declararon los profetas Ezequiel, Isaías y otros . . . Y, además, cierto hombre llamado Juan (hablando del apóstol de Cristo), predijo por medio de una revelación que se le dio (El Libro de Apocalipsis) que los que creyesen en nuestro Cristo pasarían mil años en Jerusalén . . . ».

Ireneo de Lyon, en «Contra los Herejes»:

«Cuando el Anticristo devastare todas las cosas en este mundo, y hubiese reinado durante tres años y seis meses, sentado en el templo de Jerusalén, entonces el Señor vendrá entre las nubes del cielo en la gloria del Padre (Mt 16,27). Entonces lo enviará al lago de fuego con sus seguidores (Ap 19,20), e instaurará el tiempo del reino para los justos, es decir el descanso, [1208] el séptimo día santificado, y cumplirá a Abrahám la promesa de la herencia. Este es el reino al cual, según la palabra del Señor, muchos vendrán de oriente y occidente, para tomar su lugar junto con Abraham, Isaac y Jacob» (Mt 8,11).

Tertuliano, por último:

«Pero en verdad confesamos que se nos ha prometido un reino sobre la tierra, aunque antes que el cielo, sólo que en otro estado de existencia; por cuanto es reino será después de la resurrección, durante mil años, en la ciudad de Jesrusalén, que será divinamente edificada».

No fue sino hasta el tercer siglo cuando principia una abierta oposición hacia el premilenarismo bíblico. Entre los opositores del premilenarismo, encontramos, por aparición cronológica, a Cayo, a principios del tercer siglo, a Clemente de Alejandría, mentor de la Escuela Catequística de Alejandría quien influyó notablemente en Orígenes y a otros entre los años 193-220 d. C. El mismo Orígenes, entre los años 185-254 d. C. Hallamos a Dionisio, entre los años 190-265 d. C. Orígenes se constituyó como el primer representante y expositor del método de alegorización de la Escuela de Alejandría. Es de gran importancia recordar que este método desarraiga el sentido literal e histórico de las Escrituras, corrompiendo su real significado, despojándolas de su célica autoridad. En verdad, [no interpreta] las Escrituras sino que propone sin razón una sarta de fantasías y quimeras extraordinarias, según lo que le venga al que las interpreta, según lo que le parezca conveniente. No es lo mismo “interpretar una alegoría en la Biblia” que “alegorizar una situación bíblica determinada” La primera nos conduce a entender una verdad literal; la segunda solamente nos llevará a una extrema confusión, a la expeculación de formas puramente subjetivas que se apartan de la genuina objetividad que el pasaje posee y que desea con mucha trascendecia mostrar.

Fue en la Escuela Catequística de Alejandría donde se originó el método de interpretación alegórica. Éste fue consolidado de la filosofía pagana griega con los conceptos Escriturales develados por el bondadoso Dios. Un caldo inmundo de heréticas doctrinas vino a proporcionar para la posteridad. Creyéndose que la filosofía griega tuvo un “principio divino”, las Santas Escrituras necesariamente tendrían que comprenderse de modo alegórico. Orígenes fue el primero en formalizar e instaurar (gracias al método alegórico de interpretación del judío Filón, un platonista cosumado) el método de interpretación alegórica difundido luego por Agustín y que los llamados ahora amilenarios recibieron con agrado tal. Lo aplica a las Escrituras para dejar un vendaje negro sobre los ojos de los hombres, a causa de la infame conducta de espirtualizar la Palabra de Dios, dejándolos a merced de ideas improcedentes y divagantes que han rayado en un ficticio excentricismo, desvalorizando las bendiciones literales del Reinado de Cristo. Y como escribe Schaaf, el método alegórico de interpretación «. . . satisfizo el gusto de la edad y, con su mente fértil e imponente saber, Orígenes fue el oráculo exegético de la primitiva iglesia, hasta que su ortodoxia cayó en descrédito».

Aspectos de la Prusía del Señor y del Reino de Dios, de acuerdo al método de interpretación literal:

Cuando Cristo descienda del cielo, visible y en gloria, resucitará a todos los creyentes que murieron en él (1 Ts.4:16). Cristo levantará a su pueblo por el poder del santo espíritu inmediatamente después de su regreso. Los creyentes que murieron en cada una de las épocas, remotas y recientes, oíran su voz en los sepulcros y vivirán para recibir «vida eterna» (Jn. 5:28 a). En 1 Co. 15:53 se nos refiere que es «necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad». Es imperante que los cuerpos de los elegidos sean transformados radicalmente para que puedan ser resucitados en inmortal anatomía. La corrupta y mortal carne no tiene parte en el Reino venidero de Cristo, en el que la salvación se consumará literalmente (Heb. 9:28; 2 Tim.2:10; 1 P.1:5). Casi simultáneamente, un poco después, los creyentes que se encuentren vivos recibirán el espléndido cambio de la anhelada inmortalidad: «. . . que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, [no precederemos] a los que durmieron» (1 Ts. 4:15). «He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados» (1 Co. 15:51, 52).

Con la venida de Cristo, los muertos en Cristo resucirtán [primero]. Esto nos sugiere que los muertos impíos no serán levantados en ese momento. De ser así, Pablo nos habría revelado una resurrección [simultánea], de [buenos y malos], una “general, la que los amilenaristas con endebleza y contradicción defienden, sin ninguna base exégetica confiable.

La Biblia da fe que los muertos malvados serán resucitados para condenación eterna, luego que el Reino de Cristo haya conluido: « . . . cuando los mil años se cumplan . . . » (véase y entiéndase por favor los eventos cronológicos subsecuentes que van desde Ap.20:7 a Ap. 20:15). Serán juzgados con juicio judicial irrevocable delante del Gran Trono Blanco (Ap. 20:11), « . . . por las cosas que estaban escritas, según sus obras (Ap. 20:12), porque « . . . el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego» (Ap. 20:15).

Uno de los propósitos de Cristo en su regreso al mundo, aparte de inaugurar su Reinado terrenal y del cual será regente por decreto divino, es la de juzgar al creyente conforme a la utilidad que le dio a sus «talentos» (Mt. 25:14-30), en cuanto a la inversión de las «minas» (Lc. 19:11-27), y al cumplimiento de sus «responsabilidades» encomendadas ( Mt. 20:1-16).

Cuando Cristo regrese el Reino de Dios será establecido y sus santos creyentes entronizados. En Dn. 7:25-27 se habla que el Reino, es decir, el de Dios futuro y terreno, «será dado al pueblo de los santos del Altísimo». Cristo recibirá de parte de Padre el Reino que se extenderá larga pero limitadamente por un período establecido de antemano de mil años (Ap. 20:4, 6). En Lc. 19:12 Cristo habla de sí mismo representándose como «un hombre noble que se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver». En su ascenso, Cristo sube a la Diestra del Dios Padre para recibir el Reino que gobernará en el mundo, «cuando se siente en su trono de gloria» (Mt. 25:31), en el «trono de David, su padre». La [Potestad] otorgada para [Reinar] del Hijo de Dios se aprecia sin problema alguno en el Antiguo Testamento, en Dn. 7:13, 14 precisamente. Este Reino fue anunciado por el ángel Gabriel a la virgen María (Lc. 1:32, 33). Tal fue la preponderante finalidad del ascenso de Cristo al cielo. La autoridad delegada por Dios a Cristo, y por ser del linaje de David, lo faculta por completo para gobernar como Rey escogido el mundo renovado. Cristo subió a la indecible Eternidad para recibir del Padre el Reino y volver a la tierra para eregirlo y reinarlo con «justicia y paz universal» (Sal. 72:7; Is. 2:4; Is. 11; Jer. 23: 5, 6).

Expeditamente, porque habrá destruido a sus enemigos en el Armagedón (2 Ts. 2:8; Ap. 16:16; Ap. 19), Cristo reinará personalmente el Nuevo Orden con «vara de hierro» (Ap. 2:27; 19:15). No existirá poder humano maligno ni fuerza demoníaca alguna que lo “destrone” de su distinguido y señorial lugar, puesto que los individuos humanos que elaboraron “complejos y corruptos complots” ya habrán sido destruidos por la «espada aguda que sale de su boca» (Ap. 19:15. Véase además por favor Zac. 14:12). Satanás quedará inacpacitado para destituir a Cristo como Rey y para maquinar cualquier clase de revelta subversiva dentro del Reinado Milanerio, porque será confinado en el bruno «Abismo», sentenciado para habitarlo encadenado temporalmente por largos «mil años», desde el inicio del Reinado del Señor, hasta que éste termine. Veamos esta verdad tan literal:

«Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo» (Ap. 20: 1-3).

«Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión . . . » (Ap.20:7).

No debemos olvidar que este maravilloso Reino o Reinado les fue prometido por el Señor a sus apóstoles. Este concepto no es posible “espiritualizarlo” porque jamás nunca han existido elementos admisibles que justifiquen un cumplimiento “espiritual”, menos, [literal]. Un gran problema para los objetadores que sostienen muchas de sus fallidas doctrinas con el método pagano de interpretación alegórica:

«Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel» (Mt. 19:28).

Es irracional alegorizar esta cuestión anterior puesto que el Reinado de los apóstoles con Cristo se halla interconectado, íntimamente relacionado, con el tiempo de la «regeneración» (Mt.19:28), tiempo en que Cristo, el Hijo del Hombre, tomará su puesto real en «su trono de gloria» (Mt. 25:31). Es evidente que esto acontecerá cuando Cristo regrese por segunda vez al mundo, «en las nubes del cielo», tan visible como la “lumbrera de estroncio” que alumbra de noche (Lc. 21:27; Ap. 1:7).

La pretenciosa petición de la madre de Juan y Jacobo no da espacios ni cavida para elucubraciones espirtualizadas. La interesada mujer buscaba conseguir llana e inoportunamente con el Señor [dos lugares] preeminetes para sus hijos en el Reino de Dios, a la [derecha y a la izquerda] de Cristo; anhelaba obtener para ellos los [dos principales tronos] de los prometidos por Jesús en Mt. 19:28. Ellos tenían en mente el magno gobierno judaico de alcance universal, el Reino de Dios terrenal: la culminación mesiánica del Reinado de Cristo (véase también Mr. 10:35-37):

«Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo. El le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda» (Mt. 20:21).

No son los apóstoles de Cristo los únicos que gobernarán con Cristo. La Biblia afirma que en su regerso los creyentes reinarán con él, porque serán «reyes y sacerdotes», en el Nuevo Orden Milenario y terrenal ( «. . . y reinaremos sobre la tierra». Mírese para esto Ap. 5:10):

«Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna. Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; Si sufrimos, también [reinaremos] con él . . .» (2 Tim. 2:10-11, enfatizado con corchetes por un servidor).

Los dejo con este pensamiento oportuno para la ocasión:

«Aunque la verdad de los hechos resplandezca, siempre se batirán los hombres en la trinchera sutil de las interpretaciones». Gregorio Marañón.

Dios les bendiga siempre.



Reina Valera 1960.


Comentario al texto Griego del Nuevo Testamento. A.T. Robertson.


Eventos del Porvenir. J. Dwight Pentecost.