EN DEFENSA DE LA FE CRISTIANA

Buscamos difundir las doctrinas bíblicas que consideramos verdaderas, tales como el unitarismo, el evangelio del reino de Dios, la fe en Jesús como el Cristo y en su sacrificio vicario, el bautismo por inmersión, el diablo y sus demonios como ángeles caídos, la segunda venida personal y post tribulacional de Cristo, la resurrección de los muertos, la restauración del Israel nacional, la iglesia de los santos, el milenio en la tierra, la destrucción eterna de los impíos, y la vida eterna.

viernes, 16 de diciembre de 2011

EL BALUARTE DE LA TEOLOGIA POPULAR (Por A. Buzzard)


UN GRUPO DE PASAJES BÍBLICOS es citado en apoyo de una conclusión opuesta de aquella por la que estamos apelando. Un famoso "texto de prueba" es hallado en 2 Corintios 5, donde es sostenido que Pablo describió a la muerte como que es: "ausente del cuerpo y en casa con el Señor". Respaldado por Filipenses 1:21-23, donde Pablo deseó "partir y estar con Cristo", y los comentarios de Jesús al ladrón en la cruz, el caso para una conciencia intermedia en el cielo en el momento de muerte es a menudo considerado como establecido. Es sostenido que la parábola del hombre rico y Lázaro sólo puede confirmar esa decisión.

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En la superficie, ciertamente estos pasajes podrían parecer apoyar la noción Griega de la partida del alma del cuerpo. ¿Pero si la resurrección debe ser una genuina resurrección de la tumba (como el Nuevo Testamento lo describe) cómo puede también (según el esquema popular) ser el otorgamiento del cuerpo espiritual sobre personas vivientes ya recién partidas? ¿Sería esto realmente una resurrección del todo en términos del pensamiento Hebreo? La idea tradicional se pone aun más desconcertante cuando vemos que el verbo del Nuevo Testamento que describe el acto de resucitar a los muertos es la palabra común para "despertar del sueño". ¿Qué sentido posible puede hacerse del despertamiento de espíritus ya plenamente conscientes en posesión de la visión beatífica?


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Las Serias Dificultades
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El hecho es que el feligrés promedio no le ha prestado al tema mucha atención. Su suposición es que lo que él siempre ha creído debe estar basado en la Biblia. No obstante, una tentativa para cuadrar la enseñanza tradicional con el Nuevo Testamento choca con serias dificultades, no menor de lo que presenta la ausencia conspicua en el Nuevo Testamento de cualquier referencia directa a los muertos como que están ahora presentes con Cristo en el cielo. Porque mientras el Nuevo Testamento constantemente afirma que Jesús ha "pasado a los cielos" para sentarse a la diestra del Padre, ninguna cosa semejante se dice de los muertos. Ellos siempre son descritos como que han dormido y como que permanecen dormidos hasta la resurrección; y la resurrección invariablemente se coloca en el futuro en el retorno de Cristo para establecer su Reino.

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Si el momento de la muerte está hecho para que coincida con el momento de la resurrección, entonces cada individuo debe ser resucitado en soledad o aislamiento de la comunidad de los fieles, y esta es, claro está, una idea imposible para los escritores Bíblicos. Porque hay un momento de gloria, y sólo uno, para el cual todos los escritores del Nuevo Testamento miran hacia delante: La resurrección de todos los fieles en la venida del Mesías en gloria.


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No puede haber duda que lo que Pablo esperó alcanzar fue la resurrección de los muertos, que coincidirá con la reaparición de Jesús al final de la edad: "si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. pero una cosa hago. prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.. (Fil. 3:11-14, 20, 21). Este pasaje contiene los tres elementos indispensables del punto escatológico de Pablo: La resurrección, la segunda venida (del Señor del cielo), y un cambio de estado de mortal a 22 inmortal. En completo acuerdo con los versos citados, la gran exposición de la resurrección en 1
Corintios 15 coloca el despertamiento de los muertos en Cristo en la segunda venida e iguala este acontecimiento con el momento cuando la mortalidad es permutada por la inmortalidad:


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En Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio:


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No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. (1 Cor. 15:22, 23, 42, 29, 50-54).

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La Contradicción Irreconciliable


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Debemos preguntar cómo puede quizás ser este pasaje reconciliado con el concepto popular de que el difunto está ya completamente en posesión de la inmortalidad. Sin duda que es patentemente claro que es sólo la resurrección la que confiere la inmortalidad. Y la resurrección es incuestionablemente colocada "en su venida", en la trompeta final. Es entonces que los muertos serán resucitados, es decir, "despertados., .hechos vivos". ¿No está no claro, fuera de toda duda, que los muertos deben permanecer en la tumba hasta que ellos sean resucitados de allí? No hay sugerencia de que la resurrección significa la reunificación de un espíritu ya consciente con su cuerpo; aunque ciertamente la creación de los nuevos seres inmortales debe involucrar la infusión del espíritu en el nuevo cuerpo para producir personas "espirituales". Pero el espíritu no es el individuo que subsiste como una personalidad consciente aparte del cuerpo.


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Sólo después de la resurrección sería apropiado referirse a los santos transformados como espíritus inmortales. Somos confrontados con una irreconciliable contradicción si los muertos ya se han vuelto en vivientes antes de la resurrección, pues está muy específicamente indicado que deben volverse vivientes en su Venida (v. 23).


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En 1 Tesalonicenses 4, había surgido la pregunta en las mentes de los creyentes en lo que se refiere a lo que sería el estado de aquellos Cristianos que habían muerto antes del esperado regreso de Jesús. Ahora Pablo pudo haber removido fácilmente toda ansiedad señalando que los muertos en Cristo estaban ya con El, habiendo en el momento de la muerte vencido la tumba y pasado para su recompensa en el cielo. Es bien sabido que él nada dice de eso. Más bien, él refuerza la certeza de que en la venida de Jesús "los muertos en Cristo" .aquellos dormidos (v. 14; Cp. 1 Tes. 5:10). serán resucitados y unidos con aquellos que sobrevivieron hasta el gran día. El antídoto para la desesperación fue así la perspectiva de la resurrección en el regreso de Cristo, no la conciencia de los muertos en otra localización, de cuyo estado intermedio Pablo no dice una palabra.


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La Renuencia para Cuestionar la Tradición


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Tal es nuestra renuencia para cuestionar el esquema aceptado, que nosotros no hemos tomado en serio los comentarios de los eruditos del Nuevo Testamento quienes, aunque ellos no pueden estar tan interesados con lo que nosotros escogimos creer, no obstante aclaran que los escritores del Nuevo Testamento fijaron toda su esperanza en la segunda venida y la resurrección para que 23 ocurrirá en ese tiempo y no antes. La pregunta importante es si no hemos tratado de precipitarnos en atribuirles la inmortalidad a los espíritus .partidos. aparte de la resurrección. Para hacer esto debemos empezar con la suposición de un estado consciente intermedio de los muertos entre la muerte y la resurrección y luego "encontrarlo" en el Nuevo Testamento. Un método más científico sería seguramente comenzar con una mente abierta y probar la hipótesis recibida versus la Escritura.


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Hay dos pasajes en el Nuevo Testamento que se supone proveen la evidencia sólida para la creencia de Pablo de que los muertos .partidos. están inmediatamente con Cristo. Pero antes de examinar éstos, notamos los comentarios de J.A.T. Robinson acerca de 1 Corintios 15 (citado anterior), el capítulo de la resurrección. Sus observaciones sugieren que ha habido alguna mala jugada en esta materia de tratar de conformar la creencia popular con la enseñanza de Pablo. Este hecho debe despertar nuestras sospechas, porque está claro que si el punto de vista popular no concuerda con la Biblia, nosotros deberíamos esperar simplemente tal evidencia del manejo injusto del Nuevo Testamento. Él dice, "La lectura de 1 Corintios 15 en los sepelios refuerza la impresión de que este capítulo se trata del momento de la muerte; de hecho gira alrededor de dos puntos: El tercer día y el último día. La edad moderna intenta aplicar el lenguaje de Pablo a una sola resurrección pensada como que sigue inmediatamente en la muerte. (In the End, God, p. 105). Estos hechos son suficientes para mostrar que este pasaje central (1 Cor. 15) no se le ha permitido su sentido correcto. Se le ha forzado para que preste apoyo a una idea desconocida para Pablo.
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Hay evidencia del mal uso similar en la otra sección de la Escritura normalmente citada en apoyo del punto de vista popular. J.A.T. Robinson tiene esto para decir: "Es a 2 Corintios 5:1-8 que el punto de vista moderno, si se refiere del todo a la Escritura, hace su súplica. (’Estamos deseosos más bien de estar en casa con el Señor’.) Esto es comúnmente interpretado para que signifique, en oposición evidente a 1 Corintios 15, que nuestro cuerpo espiritual está esperando por nosotros para revestirnos en el momento de la muerte" (In The End God, p. 106). Nos referimos otra vez al informe de John Robinson de la "notable transformación que alcanzó a la escatología Cristiana casi tan pronto como la tinta del Nuevo Testamento estuvo seca, y que afecta el centro de interés o el punto cardinal de todo el tema". Él contrasta el punto de vista popular de la escatología y nota "Cuán foránea es esta perspectiva, la cual damos por sentado, para todo el cuadro del Nuevo Testamento en el cual la Cristiandad se basa supuestamente. Porque en el Nuevo Testamento el punto alrededor del cual la esperanza y el interés dan vueltas no es el momento de la muerte en absoluto, sino la aparición de Cristo en gloria de su Reino" (In the End God Dios, p. 42).

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La Llave Necesaria para el problema
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Este análisis por un destacado erudito del Nuevo Testamento nos provee la llave necesaria para desenredar la desconcertante discrepancia entre los hechos reales del Nuevo Testamento con relación a la vida después de la muerte y el pensamiento tradicional sobre el tema. La verdad es que el esquema popular representa una "notable transformación" del plan del Nuevo Testamento. Es "muy foráneo" para el Nuevo Testamento en el cual la Cristiandad .se basa supuestamente...

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El único curso sabio es afrontar el hecho desagradable de que estos puntos de vista son tradicionales, no Bíblicos. No es una exageración decir que las enseñanzas de los apóstoles han sido maltratadas en un esfuerzo por encontrar la justificación para un punto de vista de la escatología desconocida para los escritores del Nuevo Testamento. El muy importante momento de la venida de Cristo para establecer su Reino ha sido reemplazado por el momento de la 24 muerte del individuo. ¡La comprensión común de esta materia es por consiguiente reconociblemente no Cristiano por los estándares del Nuevo Testamento, y en una cuestión tan central para la fe! La historia muestra, sin embargo, que en vez de admitir esto, perseveramos en la ilusión de que puede ser logrado un compromiso satisfactorio entre el Cristianismo original y su posterior transformación. Hay un desgano para desestabilizar la tradición. Pero semejante compromiso sólo puede ser intentado por un cambio sutil del lenguaje. Porque el Nuevo Testamento habla sólo de la resurrección de las personas muertas, quienes deben levantarse para la vida en el regreso de Cristo. Hablamos y nuestros credos reflejan esto. de la resurrección del cuerpo, abriendo así el camino para la inserción de la creencia de que la persona consciente, en una forma incorpórea de espíritu, ya ha ido para su recompensa en el cielo, mientras su cuerpo sólo espera la resurrección en el último día. ¡Tratamos así de conservar algún significado para la resurrección corporativa futura, tan claramente enseñada en la Biblia, sosteniendo que es una resurrección sólo de cuerpos y no de personas reales! La pregunta crucial que hemos estado considerando es si el Nuevo Testamento ve con buenos ojos tal distinción entre el cuerpo y un alma separable, completamente consciente o un espíritu.

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El inevitable resultado de la nueva "torcedura" que se dio a la escatología es, por supuesto, mover el centro del interés fuera de la resurrección futura, hacia el momento de la muerte, y en consecuencia esto es muy significativo. lejos del gran evento que el Nuevo Testamento asocia con la futura resurrección. la segunda venida y la inauguración del Reino de Dios en la tierra. Muy claramente es lo que le ocurre a la persona consciente después de la muerte lo que captura nuestro interés, no lo que le ocurre a su cuerpo. El sistema transformado que adopta ideas Platónicas foráneas introducidas principalmente en Alejandría en el tercer siglo impuso en la fe original el concepto extraño (para los Hebreos) de la inmortalidad del alma. El panorama estaba luego dispuesto para colocar el "alma recién partido" en dicha consciente en el momento de la muerte. Posteriormente toda la idea de la resurrección se volvió entonces muy secundaria, si es que no muy innecesaria. Ningún golpe más mortífero se le pudo haber dado a la esperanza escatológica del Nuevo Testamento.


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El Manejo Injusto de Sagrada Escritura


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El asunto de tratar de leer el sistema popular en las escrituras del Nuevo Testamento envuelve algún manejo muy injusto de los dos o tres pasajes que presentan la mejor oportunidad de ser acomodados a la creencia tradicional. ¡Porque a toda costa nuestras creencias deben tener respaldo por capítulo y verso! Admitir que esto no puede hacerse dentro de las leyes de la exégesis sólida nos coloca en la difícil posición de tener que conceder que lo que hemos estado creyendo no es Cristiano. Afrontados con este dilema, los eruditos de la escuela "desmitologizadora" afirman que un sistema escatológico es tan bueno como el otro. Todos son "mitos", y ya sea que éstos sean hallados dentro o fuera del Nuevo Testamento, ellos no ofrecen una declaración divinamente autorizada acerca de lo que realmente nos ocurre después de la muerte. Sin embargo, para aquellos que están convencidos de que el punto de vista de Pablo debe su origen (como él mismo reclama) al Espíritu de Jesús, semejante escapada en el agnosticismo no es satisfactoria en absoluto; y en ese punto nos dejan sin otro recurso que abandonar el punto de vista tradicional a favor de la seguridad de la enseñanza Cristiana original conservada en el Nuevo Testamento. La historia de la iglesia demuestra que ha habido una minoría fervorosa dentro de muchas persuasiones religiosas que han tomado este curso, mientras que el pensamiento prevaleciente ha perseverado en sus tradiciones. El reto para escoger la fe apostólica sobre la posterior tradición confronta a cada creyente. 25 La justificación para la opinión casi universalmente sustentada que enseña la Cristiandad, de que los muertos están conscientes con Dios en el instante de muerte
se basa comúnmente Filipenses 1:23. Pablo aquí se encuentra destrozado anímicamente entre el deseo de quedarse con los creyentes y su anhelo para irse y estar con el Señor. La corroboración de la tradición recibida es buscada en 2 Corintios 5. Pablo aquí expresa el deseo para estar ausente del cuerpo y presente con el Señor" (2 Cor. 5:8). Aislado de su contexto inmediato y del amplio contexto de ambos Testamentos, Antiguo y Nuevo como un todo, sin duda estos versos pueden hacerse apuntalar para el punto de vista popular. Una mirada más de cerca, sin embargo, mostrará en qué tierra temblorosa descansa todo el intento. En primer lugar, es innegable que en todas partes el Nuevo Testamento se afana por la Parusía y la resurrección de los fieles que es consistentemente colocada en el gran día, como la resurrección colectiva de todos los santos. Pablo tiene un sistema preciso y simple de resurrección: "En Cristo todos serán vivificados. aquellos que pertenecen a Cristo en su Venida" (1 Cor. 15:23). ¡En 1 Tesalonicenses 4 él ofrece consuelo a los creyentes con respecto a aquellos Cristianos que se dice están durmiendo, un término insólito para usar si es que él pensó que ellos estaban ya completamente conscientes en la dicha con el Señor! No es necesario que el Cristiano sobreviviente se entristezca porque todos serán reunidos en la resurrección futura. En una situación similar hoy, la iglesia sería consolada con las afirmaciones de que los muertos están ya vivos con Dios. El hecho de que Pablo no dice nada como esto va solamente a demostrar el abismo entre los dos sistemas. Para el practicante contemporáneo la resurrección futura puede en el mejor de los casos ser sólo una idea tardía; y como piensa él, todo aquello que es realmente decisivo ya ha tenido lugar en la muerte.

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¿Qué Quiere Decir Pablo?
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¿Qué entonces de la declaración de Pablo en Filipenses 1:23 acerca de irse para estar con Cristo? Si este verso es leído sin consideración a 1 Corintios 15, 1 Tesalonicenses 4, y los subsiguientes comentarios de Pablo en la misma carta (Fil. 3:11-21), sería posible obtener la impresión de que Pablo esperó estar con Cristo inmediatamente en la muerte. Pero esto sería contradecir toda su creencia como la encontramos explicada mucho más completamente en los otros pasajes. A lo que Pablo realmente aspiraba está afortunadamente aclarado después en la misma epístola: "Si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. También esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya. (Fil. 3:11, 20).

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Está fuera de toda duda de que él aquí no sabe de ninguna meta aparte del logro de la resurrección en el regreso de Cristo. Por consiguiente sería muy injusto leer sus comentarios acerca de "partir para estar con el Señor" como que se refiere a una aspiración muy diferente, una que no involucra a la resurrección, y así muy distinta de su deseo para el último día. La creencia popular implica que un Cristiano puede estar completamente vivo con Cristo aparte de la resurrección. Esto querría decir que la muerte no es realmente muerte en ningún sentido verdadero, sino la continuación de la vida en otra esfera. ¡En ese punto la resurrección de la tumba se vuelve sin sentido! Pablo, de hecho, habla en Filipenses 1:23 simplemente de su partida para estar con Cristo a través de la muerte y la subsiguiente resurrección.

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Para los moribundos, su siguiente segundo de conciencia los encontrará vivos en la resurrección.11 La partida de esta vida significará estar con Cristo en su Venida. Si nosotros ahora consideramos su declaración acerca de estar ausente del cuerpo y presente con el Señor, encontraremos que esto, también, está colocado en un contexto que, por su similitud notable con 1 Corintios 15 (escrito sólo un año antes), debe referirse a una resurrección 26 futura, no a algún estado intermedio imaginado que sigue inmediatamente en la muerte. Esto puede ser visto claramente de la declaración general con la que Pablo encabeza o prologa su informe de la esperanza Cristiana de lograr un "cuerpo espiritual": "sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con nosotros.Por tanto, no desmayamos. (2 Cor. 4:14, 16). Estos comentarios deben advertirnos de no intentar leer en las siguientes ideas de la discusión de Pablo acerca de un estado futuro divorciado de la resurrección. Hay tres puntos de contacto evidentes entre 2 Corintios 5 y 1 Corintios 15, y cuando estos son notados, será realmente imposible sostener que Pablo trata de dos distintos terminales. La primera característica común para ambos pasajes es la noción de estar "vestido con la inmortalidad": 2 Corintios 5: 2, 4: "Pues ciertamente gemimos en este tabernáculo, deseando estar vestidos con nuestra morada celestial. Nosotros no quisiéramos estar [i.e, desencarnados] desnudos, sino revestidos, a fin de que la mortalidad pueda ser tragada por la vida".


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Tenemos exactamente hecho el mismo punto en 1 Cor. 15:54: "Y cuando esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.’"


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En segundo lugar, común para ambos pasajes está la aparición del Señor del cielo (¡no en el cielo!) para la salvación. 2 Corintios 5:2: "deseamos estar vestidos con nuestra morada que es del cielo". 1 Corintios 15:47: "El segundo hombre, Cristo, es el Señor [que viene] del cielo".


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En tercer lugar, la idea de la mortalid
ad que es reemplazada por la inmortalidad: 2 Cor. 5:4:

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"Deseamos ser revestidos a fin de que la mortalidad pueda ser absorbida por la vida". 1 Corintios 15:54: "Cuando esto mortal se vista inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita, ’ Sorbida es la Muerte en victoria.’"


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Estos puntos de contacto, que involucran el uso de un idéntico lenguaje, seguramente descartan cualquier posibilidad de que Pablo tenga dos acontecimientos enteramente diferentes en mente. No menos en vista del hecho que él está escribiendo a las mismas personas, y dentro de un espacio corto de tiempo. Tomar a 2 Corintios 5 como que se refiere al momento de la muerte, para querer decir que cada individuo recibe la inmortalidad independientemente en la muerte es, como J.A.T. Robinson dice, "leer el pasaje en clara oposición a 1 Corintios 15" (In the End God, p. 106). El tiempo seguramente ha llegado para impedir que se le siga contradiciendo a Pablo y para admitir la notable unidad y consistencia que se extienden a todas sus escrituras en este tema central de la vida después de la muerte.


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La Unidad de la Escatología Paulina


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Podemos demostrar más completamente la unidad del pensamiento de Pablo acerca de la vida futura de los creyentes cotejando cinco pasajes pertinentes de sus epístolas en una versión compuesta. Esto vendrá a reforzar la impresión que ya hemos obtenido aquello que él buscó como una única meta .aquella de la resurrección de todos los fieles en la Parusía. Ese momento es decisivo para todos los escritores del Nuevo Testamento. El punto de vista Paulino puede ser rastreado como sigue (el énfasis llama la atención hacia la unidad de su pensamiento). La tesis fundamental de la esperanza futura de Pablo es indicada así:


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Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos, sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros. Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios. Por tanto, no desmayamos; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se 27 ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas (de la era venidera). Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna (de la Era venidera), en los cielos. Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial (2 Cor. 4:13-5:2). Esperamos del cielo al Salvador, el Señor Jesucristo (Fil. 3:20). El segundo hombre, el Señor, es del cielo (1 Cor. 15:47). Gemimos en nosotros mismos, esperando la redención de nuestro cuerpo. Los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que ha de manifestarse en nosotros. Pues la expectación fervorosa de la creación espera la manifestación de los hijos de Dios (Rom. 8:23, 28, 29). Si sufrimos conjuntamente con él, también seremos glorificados conjuntamente con él (Rom. 8:17). Cuando Cristo nuestra vida sea manifestado, vosotros también seréis manifestados con él en gloria (Col. 3:4). No deseamos estar desnudos, sino vestidos, a fin de que la mortalidad puede ser absorbida en la vida (2 Cor. 5:4). No todos dormiremos, pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, en la final trompeta (1 Cor. 15:51, 52). En Cristo todos serán vivificados, los que son de Cristo en su venida (1 Cor. 15:22,23). Sonará la trompeta y los muertos resucitarán incorruptibles. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción (1 Cor. 15:52, 53). Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor (1 Tes. 4:16, 17). vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (2 Cor. 5:6-8); para morir y para vivir juntamente. (2 Cor. 7:3). Deseando partir y estar con Cristo (Fil. 1:23). Si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos. (Fil. 3:11). De estos pasajes se verá que Pablo esperaba estar con Cristo en la resurrección, no antes. La restauración del esquema Bíblico resolverá las injustificadas tensiones que han sido creadas por nuestros esfuerzos para superponer la creencia tradicional en la Escritura. En primer lugar, la resurrección significará una verdadera transición de las personas muertas de la muerte a la vida, y ese gran acontecimiento futuro recobrará su posición central en el pensamiento Cristiano. En segundo lugar, el individuo será considerado como una unidad indivisible, no como un alma privado de su cuerpo en la muerte. De este modo el veneno de las ideas Griegas puede ser purgado del punto de vista Cristiano contemporáneo. En tercer lugar, la intensidad del entusiasmo para el regreso de Cristo, compartido por todos los escritores del Nuevo Testamento, será restaurada. El énfasis tradicional en el momento de la muerte, que no es de consecuencia para los escritores del Nuevo Testamento, ha disipado más exitosamente esa intensidad de la expectativa, a fin de que el punto de vista Cristiano Bíblico del futuro sea todo menos desconocida en los círculos de la iglesia. Finalmente, no habrá necesidad para torcer versos aislados del Nuevo Testamento para conformarse a una tradición poco bíblica.


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Una Exégesis Detallada de 2 Corintios 5


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El tema tratado por Pablo es la perspectiva de la resurrección para los creyentes. Él comienza con una declaración general del tema que él está a punto de considerar: "Sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros. (2 Cor. 4:14). La discusión procede con base en esta esperanza central: "Por tanto, no desmayamos" (v. 16). Pablo luego contrasta el sufrimiento temporal que experimentamos en nuestro cuerpo presente con la gloria de la vida de la resurrección que será concedida en la Parusía. Hay un énfasis marcado en un tema paulino favorito: El contraste entre la "edad maligna presente" (1 Ped. 1:4) y la edad Mesiánica venidera (1 Tim. 4:8). Nuestra tribulación presente es 28 momentánea e insignificante comparada con la gloria relacionada con la edad venidera (2 Cor. 4:17). (En la Versión Autorizada es "eterna," de Griego aionios, debería ser vertida "referente a la era venidera", Christian Words, p. 455.) Las cosas ahora visibles son temporales; las cosas invisibles pertenecen a la era venidera (v. 18). Si nuestra casa terrenal presente (el cuerpo) se destruye en la muerte, tenemos .la esperanza es cierta. un nuevo cuerpo esperándonos. El nuevo cuerpo es adaptado a la vida de la era venidera (v. 11). Deseamos ponérnoslo cuando venga con Cristo del cielo (v. 2). Luego no estaremos hallados desnudos (i.e, en la muerte; Cp. el
grano desnudo plantado en el suelo con miras a la resurrección, 1 Cor. 15:37). No tenemos el deseo de ser separados del cuerpo, sino vestidos con la inmortalidad en la resurrección cuando la muerte deberá ser tragada en la vida (vv. 3, 4). El Espíritu es lo fervoroso de la inmortalidad prometida (v. 5). Sabemos que mientras estamos en nuestros presentes cuerpos, estamos ausentes del Señor (v. 6). Nuestro deseo es dejar nuestra casa en este cuerpo y tomar nuestra casa con el Señor (v. 8); es decir, para intercambiar nuestro cuerpo temporal por el cuerpo glorioso a ser recibido en la Parusía; porque todos nosotros debemos ser manifestados ante el tribunal de Cristo cuando él venga (v. 10).


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Toda la discusión concierne con nuestra condición ahora, como contrastado con después. El intervalo entre el presente y la Parusía tiene sólo importancia si uno sobrevive hasta la venida. El estado de la muerte es descartado por Pablo, puesto que, como dice F.F. Bruce, "él no podría imaginarse una existencia consciente en un estado incorpóreo" (Drew Lectures on Immortality, Scottish Journal of theology, Vol. 24, N.4, p. 471). ¡Sobrevivir como un espíritu incorpóreo es lo único de lo que él se contrae!


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Así, mientras nuestro esquema tradicional se basa en la perspectiva de la supervivencia incorpórea en el momento de la muerte, la Escritura hace una sola referencia para semejante condición, y lo rechaza como inconcebible. Nuestro error es leer la locución "ausente del cuerpo y presente con el Señor" como si esto quisiese decir ausente del cuerpo y así incorpóreo con el Señor". Si, no obstante, miramos a otro sitio en las escrituras de Pablo, nos encontraremos con que él espera estar con el Señor sólo a través de la resurrección en la Parusía (1 Tes. 4:17). Para Pablo, la ausencia del cuerpo quiere decir presencia con el Señor en el nuevo cuerpo. Ocupar una morada con Cristo (v. 8) obviamente implica una condición del cuerpo, porque todo el pasaje está basado en la morada, casa, y tienda como las figuras del cuerpo. Pablo tiene en mente por consiguiente el cambio de lo viejo por lo nuevo. "En ese día ciertamente seremos como él, porque le veremos tal como él es" (1 Juan 3:2). La unión con Cristo debe aguardar "ese día".


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Filipenses 1:21-23
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Cuando se ve que el esquema sencillo del sueño seguido por un despertar en la resurrección hace a solas justicia a los datos Bíblicos (así como también es ampliamente apoyado por los escritos de la historia de la iglesia primitiva), entonces comprendemos que Filipenses 1:21-23 apenas puede ser tomado para prestar apoyo a la noción de una presencia inmediata con Cristo. Cualquier problema planteado por estos versos es fácilmente solucionado cuando se tiene por entendido que para aquellos que caen dormidos en la muerte, el paso del tiempo no es en absoluto de importancia. El creyente que se despierta en la resurrección no habrá tenido sentido del intervalo entre la muerte y la resurrección.

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En Filipenses 1:23 Pablo contempla la muerte por su cuenta: "Para mi, morir es ganancia". Él piensa, muy naturalmente, de una presencia inmediata con Cristo. Para el hombre moribundo, el momento de cerrar sus ojos en la muerte será instantáneamente sucedido por el sonido de la última trompeta. Él no habrá experimentado el intervalo entre la muerte y la resurrección que es 29 su meta (Fil. 3:11). Debemos insistir, sin embargo, con Oscar Cullmann, que los muertos están todavía "en el tiempo" (¿La Inmortalidad del Alma o la Resurrección de los muertos? p. 49); "De otra manera", como Cullmann agrega, "el problema en 1 Tesalonicenses 4:13ff no tendría significado". Mientras que los muertos queden "dentro del tiempo," no hay para ellos conciencia del intervalo de la muerte a la resurrección. En ese sentido, y sólo en ese sentido, el creyente moribundo pasa de esta edad hacia el Reino de Dios que llega en la Parusía. Si los creyentes contemporáneos compartieron con Pablo su claridad de visión y la fe en el futuro, no habría tentación para leer en sus escrituras la noción de un estado consciente preresurrección. Para Pablo, y para la iglesia primitiva, la resurrección para la vida en la Parusía es la única meta. Es entonces que él espera estar con "el Señor," y en 1 Tesalonicenses 4 él describe el acontecimiento que lo hará pasar a la presencia de Cristo ."y así estaremos siempre con el Señor" (1 Tes. 4:17).


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Algunos comentaristas contemporáneos, sabiendo que la vida como un espíritu incorpóreo habría sido inconcebible para Pablo, son impulsados al desesperado recurso de sugerir que en 2 Corintios 5 el apóstol demolió todo el esquema escatológico que él había recibido sólo un corto tiempo antes como una revelación divina en 1 Corintios 15. Ellos proponen que en 2 Corintios 5 él esperó el nuevo cuerpo en la muerte y no en la Parusía. Tales "soluciones", sin embargo, señalan más bien a un deseo por conservar a cualquier costo la existencia consciente tradicional para los muertos, aparte de la resurrección en la Parusía.