EN DEFENSA DE LA FE CRISTIANA

Buscamos difundir las doctrinas bíblicas que consideramos verdaderas, tales como el unitarismo, el evangelio del reino de Dios, la fe en Jesús como el Cristo y en su sacrificio vicario, el bautismo por inmersión, el diablo y sus demonios como ángeles caídos, la segunda venida personal y post tribulacional de Cristo, la resurrección de los muertos, la restauración del Israel nacional, la iglesia de los santos, el milenio en la tierra, la destrucción eterna de los impíos, y la vida eterna.

miércoles, 1 de febrero de 2012

LA PARTIDA Y EL RETORNO DEL HOMBRE NOBLE

En otra ocasión Jesús había arrojado luz adicional sobre el Reino de Dios al compararse a sí mismo a un hombre noble quien estaba destinado a partir y más tarde volver para tomar cargo del Reino de Su Padre. Jesús reveló esta parábola con la idea de clarificar, en términos simples, los escenarios del plan divino en la historia. Ya que él y sus discípulos estuvieron en la vecindad de Jerusalén, acercándose a la ciudad que cada uno reconoció sería la capital del Reino, su audiencia--- mucho de los cuales habían aceptado su pretensión al cargo Mesiánico---muy razonablemente esperaron “que el Reino de Dios se manifestaría inmediatamente” (Lucas 19:11).
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El informe de Lucas no nos deja duda que el Reino de Dios bajo discusión era un Reino fundado en Jerusalén, y la proximidad geográfica del Rey a la capital excitó la emoción en que las esperanzas de los profetas y de la nación estaban ahora finalmente por realizarse. La parábola que sigue era para enseñar la lección de que el Reino no aparecería inmediatamente. Qué éste eventualmente aparecería no estaba en discusión. Más aún su aparición significará la destrucción de los enemigos de Jesús:

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“Y también a aquellos de mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traédmelos acá, y decapitadlos delante de mi”. (Lucas 19:27).

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No por un momento Jesús sugirió que la gente mal entendió la naturaleza del Reino, o que ellos debieron buscar sólo por un reino “en el corazón”. Por medio de una simple historia sobre el hombre noble, él aclaró que el Reino de Dios no será inaugurado en público hasta que él regrese del cielo después de haber recibido del Padre su autoridad real. En su retorno él ejercerá su poder real por medio de ejecutar a sus enemigos por rehusarse someterse a su soberanía (Lucas 19:27). Al mismo tiempo sus seguidores fieles serán recompensados por su servicio productivo mientras que su maestro había estado ausente, por medio de ser puestos a cargo de poblaciones urbanas en el Reino (Lucas 19:17).

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La parábola tiene perfecto sentido como una confirmación de lo que el celebrado Salmo 2 ha predicho del Mesías, el ungido del Señor. De acuerdo a este Salmo, Dios ha prometido dar a su Mesías “Las naciones como su herencia y los confines de la tierra como su posesión” (v.8). El Rey “los quebrantará con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzará” (v.9). En el mismo Salmo los gobernantes mundiales a quienes el Mesías confronte en su retorno se les urgió “Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis” (v.12). Ambos los judíos y Jesús reconocieron en el Salmo 2 un pronóstico de la conquista del mundo del Mesías en su arribo en poder. En Jesús la comunidad cristiana vio “un Hijo varón que regirá a las naciones con vara de hierro” (Apo. 12:5). Realmente el reto a una posición sobre las naciones fue designada por el resucitado Jesús para estimular a los fieles a permanecer hasta el fin (Apocalipsis 2:26).29

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Anthony Buzzard, teologo cristiano-unitario.