EN DEFENSA DE LA FE CRISTIANA

Buscamos difundir las doctrinas bíblicas que consideramos verdaderas, tales como el unitarismo, el evangelio del reino de Dios, la fe en Jesús como el Cristo y en su sacrificio vicario, el bautismo por inmersión, el diablo y sus demonios como ángeles caídos, la segunda venida personal y post tribulacional de Cristo, la resurrección de los muertos, la restauración del Israel nacional, la iglesia de los santos, el milenio en la tierra, la destrucción eterna de los impíos, y la vida eterna.

martes, 5 de enero de 2010

LA GRACIA POR LA LEY PASADA

Por el Dr. Javier Rivas Mtz (MD)
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La ley fue a dada a Israel mas no a la Iglesia Cristiana. El cumplimiento de los propósito de Dios, en un inicio, se manifestaron como una sombra que habría de ser intrascendente el día de mañana (2 Co.3:7), ya que el Señor Jesucristo le dio fin en el ministerio de su primera venida al mundo (Ro.10:4); así, la Gracia surge como un nuevo pacto para salvación inmerecida del hombre pecador, por medio de la fe en Jesucristo (Ef. cap. 2), «pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo» (Ga.2:21).
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Tendrá que entenderse, que el cristiano no está dentro de la función de la ley antigua, y eso no lo hace anárquico, debido a su sujeción con la nueva ley de Cristo (1 Co. 9:21). Cristo invalidó la ley pasada para dar paso al ministerio del espíritu (2 Co.6-8):
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«. . . porque el fin de la ley es Cristo, para justicia de todo aquel que cree» (Ro.10:4).
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El Decálogo o los Diez Mandamientos fue establecido para Israel en las tablas de piedra; la nueva ley es inscrita en los corazones de los creyentes dirigidos por el Espíritu Santo de Dios (2 Co.3:3). La importancia de la ley pasada, reside que por medio de ella es el conocimiento del pecado, pero no salva (Ro.3:20). De manera que la ley es obsoleta para el cristiano de ayer y de siempre, que camina de acuerdo al mandamiento absoluto que la cumple y que es: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Ro.13:8-11).
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Debemos entender que el concepto de la Gracia difiere enormemente con los preceptos de la ley pasada, exclusivamente promulgados para el Israel de Dios, y no para pueblo pagano alguno, escritos por el dedo de Dios en la roca quebrantable (Ex. cap. 20).
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Uno de los punto importante de guardar el sábado antiguamente (Ex.31:16, 17), es que había una sentencia de muerte para los que no lo cumplieran, entonces, ¿porqué los adventistas titubean para castigar con pena máxima a quiénes lo han violado dentro de sus congregaciones? Si fuese valido guardar el sábado en el tiempo de la Gracia, también serían condenados a morir todos aquellos que no lo observaran; este sería el perfecto proceder, según la ordenaza antiguotestamentaria. Pregunto irónicamente: ¿Qué pasa entonces con esta parcialidad en las iglesias adventistas? Veamos:
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«Así que guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros; el que profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciera obra alguna en el, aquella persona será cortada de su pueblo. Seis días trabajará, mas el día séptimo es día de reposo consagrado a Jehová; cualquiera que trabaje en el día de reposo ciertamente morirá» (Ex.31:14, 15).
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El sábado fue para Israel y no a los gentiles, y no tiene ninguna relación con el resto de los mandamientos que resume la sentencia del nuevo pacto de la Gracia que se centra en el Amor: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Ro.13:9). No hay razón para guardarlo. De igual manera, el diezmo era parte del antiguo pacto. Por medio del diezmo los levitas que servían en el altar eran sostenidos por su dedicación única al servicio de Dios, pero ahora, el ministerio del altar dejó de ser, y lógicamente, los levitas también desaparecieron. No hay ningún versículo en el Nuevo Testamento que avale la vigencia levítica. La Iglesia del Señor era sostenida por ofrendas, y deberá de ser así hasta el día de hoy (1 Co.16:1). De otra manera, necesariamente habríamos de guardar mecánicamente toda la ley (He. cap. 9).
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En el concilio de Jerusalén, el sábado y el diezmo ni siquiera son extrañados (Hch. cap. 15). Pablo dijo que las obras no sirven para alanzar la salvación: la Gracia, lo ha hecho ya. Se ha querido insensatamente poner muletas a la Gracia para ayudar a Dios en el cumplimiento de sus designios (¿?), pero la realidad, también tienen otra cara, y es el comercio de los falsos líderes avaros y egoístas que se hacen de ganancias deshonestas al timar a las congregaciones cristianas que cada día son más parcas en el conocimiento de la Palabra del Señor y sus jefes más ricos, al atesorar metal precioso con la práctica diezmal no mencionada en el Nuevo Testamento; al ser ignorantes en las Escrituras, la capacidad de los creyentes en las congregaciones se encuentra nublada para discernir entre la verdad y la mentira. Es por eso que caen como dulces palomitas en las garras de los lobos hambrientos de la prosperidad material. El diezmo es exigido ventajosamente por sus cabezas religiosas con amedrentamientos y maldiciones de consecuencias inevitables (Mal. cap. 3), pero Dios les pedirá airado una larga lista confesa de sus ambiciosas estafas en el día del juicio, y a los cristianos además por participar de sus legalismos rigurosos y profanos que creyeron inocentemente (2 P. cap. 2).
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Dios les bendiga, y no diezme; guarde el primer día de la semana que es domingo, día en que el Señor quebrantó a la muerte en mil pedazos para darnos vida en la resurrección futura y que hará posible el poder entrar a su Glorioso Reino Venidero Terrenal y Teocrático.
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¿No les parece esto muy claro, hermanos que nos visitan siempre?