EN DEFENSA DE LA FE CRISTIANA

Buscamos difundir las doctrinas bíblicas que consideramos verdaderas, tales como el unitarismo, el evangelio del reino de Dios, la fe en Jesús como el Cristo y en su sacrificio vicario, el bautismo por inmersión, el diablo y sus demonios como ángeles caídos, la segunda venida personal y post tribulacional de Cristo, la resurrección de los muertos, la restauración del Israel nacional, la iglesia de los santos, el milenio en la tierra, la destrucción eterna de los impíos, y la vida eterna.

martes, 5 de enero de 2010

LOS VERDADEROS SANTOS

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)

Se llama canonizar al acto por el que el Papa declara que una persona es digna de culto universal. La canonización tiene el propósito de presentar a dicha persona como modelo de conducta ante los creyentes dándole reconocimiento por el grado de perfección alcanzado y como intercesor ante Dios.

Todo buen cristiano, que es hijo de Dios, que ha reconocido a Jesucristo como su Salvador, que persevera con esfuerzo en llevar una vida limpia para agradar al Creador, y que espera el reinado venidero de Dios en la tierra, es irrefutablemente, una persona«santa». La Biblia jamás refiere que alguien pueda ser hecha "santa" después de la muerte. A finales del siglo X se realizaron los primeros procesos canónicos, siendo la primera persona en ser "canonizada" Ulrico de Augsburgo y la primera mujer una llamada Wiborada. Ya para el año 1234 se reservó al papado la "canonización", que es un producto de las mentes retorcidas de los líderes que han comandado la iglesia apóstata católica romanista, y que es tan verdadera como decir que yo, el Dr. Rivas, "he viajado, ida y vuelta, hasta las Pléyades en un supercohete de energía fotónica cada día de mi milenaria vida".

La Biblia no hace referencia ni alude que un determinando hombre, en este caso, el Papa, pueda conferirle, por autoridad suprema, una supuesta "santidad" a un ser humano fallecido.

No está en el Papa hacer "santos" a los hombres, este asunto únicamente le pertenece a Dios. La Biblia no dice en alguna parte de ellas que Dios les ha concedido autoridad a ciertas gentes (Papas) para que decidan quién será "santo" o no. Esto es una pasmosa herejía condenatoria de alto calibre, una blasfemia pura, que los compromete con seriedad ante el Creador y Juez de la humanidad.

Pablo sin ninguna complicación y con tanta sencillez, llama a los hermanos que están en Efeso «santos» (Ef.1:1). En otra parte del Nuevo Testamento, en la carta a los Filipenses, Pablo dice: «a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos» (Fil. 1:1). También los hermanos creyentes de Roma son llamados «santos» (Ro. 1:7; 16:15), y para que no quepa la menor duda, los hermanos de Corinto además (1 Co. 1:24; 2 Co. 1:1).

La idea de reconocer o "canonizar" a una persona como "santa" y venerarla como si fuera Dios, y más que a él, fue tomada del sistema babilónico antiguo. Los babilónicos adoraron y oraron a sus dioses llegándose a contar un número aproximado de cinco mil de ellos, entre dioses y diosas, cuando quedó establecida por completo la religión babilónica de Nimrod. Los babilónicos reconocieron a sus dioses como héroes importantes y de notables hazañas que al morir habían pasado a un nivel diferente de vida o a un estado espiritual elevado. De igual manera que los religiosos babilónicos, los católicos han venerado por siglos a quienes han considerado como "santos" y que una vez fueron individuos distinguidos o mártires reconocidos, héroes muy admirados. Con la apostasía de la iglesia romanista católica, esta forma de veneración idolátrica fue modificada y desplegada dentro de su sistema para que fuese aceptable por los creyentes apóstatas que estaban acostumbrados a ofrecer oraciones a sus ídolos babilónicos. Al parecer, muchas malas costumbres no se quitan. Esta práctica pagana fue mezclada con el cristianismo y dio como resultado un sincretismo que parecía bíblico, aparentemente grato ante los ojos de Dios, pero reprobable por el que es «Santo y Verdadero».

No es desconocido que en antaño los dioses babilónicos estaban relacionados con los días y con los sucesos en la vida de los seres humanos, con las ocupaciones y trabajos diferentes. Estos dioses, cambiaron tan sólo de nombre, pero la temática religiosa fue exactamente la misma. Tenemos como ejemplo, los nombres de las supuestas personas "santas" que aparecen en los calendarios modernos. Así, como ejemplos, la diosa egipcia Osiris fue nombrada después "Santa Onofria", la diosa Victoria de los Alpes bajos "Santa Victoria", Cheron fue nombrado como "San Cesarino, Artemis como "San Artémides", el dios Dionisio como "San Dionisio", el dios pagano Apolo como "San Apolinar", y el dios de la guerra Marte como "San Martín". La diosa pagana Bright (hija del dios-sol), fue conocida al postre dentro de la iglesia papal romanista como "Santa Brígida". Esta diosa céltica, ahora con un nuevo nombre, tuvo en la antigüedad su templo pagano en Kildare donde era servida por doncellas vírgenes. Luego, este mismo templo se convirtió en un convento que era servido por estas vírgenes que se hicieron llamar "monjas", con el sutil y "cristianizado" cambio.

El paganismo romano se "extinguió", por así decirlo, solamente para tomar una nueva forma y bríos dentro de la iglesia apóstata que presiden los falsos Papas. Se modificaron los lugares de adoración dándoseles un "aire de cristiandad". Como vimos, se cambiaron los nombres de los dioses suyos, que se tornaron por consecuencia en "humanos, cristianos y santos", pero el rito tradicionalista abominable e idolátrico jamás se desvió de rumbo. Hasta la fecha, sigue siendo el mismo, y empuja con grande fuerza en esta época moderna a la aniquilación eterna a los que han aprobado su satánica y peligrosa hechura.

La Biblia cataloga a la nigromancia como abominable.
La nigromancia es la adivinación de hechos futuros u ocultos por medio de "espíritus de personas que están muertas" (Lev. 20:27), y es exactamente lo que hacen los católicos al encomendarse a sus "santos" para resolver sus problemas cotidianos (y no Dios que es Todopoderoso, increíblemente). Realizan con infantil inocencia, semejante «praxis anti-Dios».

«Y si os dijeren: Preguntad a los encantadores y a los adivinos, que susurran hablando, responded: ¿No consultará el pueblo a su Dios? ¿Consultará a los muertos por los vivos?» (Is.8:19).

La Biblia dice que únicamente existe un intercesor entre Dios y los hombres, Jesucristo Hombre. Y si la Biblia lo estipula y lo asegura de ese modo, ¿cómo es posible que se continúe concientizando la doctrina católica romanista trastocada que afirma que estos "dichosos santos" tengan la capacidad de "interceder" ante el Señor Jesucristo, si el Hijo del Hombre, por revelación divina, según la Biblia, es el «gran intercesor de los creyentes en la tierra ante el Dios de la celeste gloria»? La respuesta es por causa del engaño acaparado por la ignorancia bíblica:

«Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre. . .» (1 Tim. 2:5).

La Biblia dice que «nadie, sin santidad, podrá ver a Dios».
El apóstol Pedro exhorta a los buenos cristianos a ser siempre «santos», porque Dios es «Santo», y un creyente «santo», es «Uno» apartado para él, «Uno» que se ha sometido a sus decretos de amor y de salvación. Si es de tal forma, será digno para merecer la corona de vida eterna que está preparada para los que aman a Dios con sincero corazón (Ro. 2:7; Stg. 1:12).

«Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor» (Heb. 12:14).

«Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo» (1 P.1:13-16).

Dios les bendiga siempre.

Referencias:

«Wikipedia, la enciclopedia libre».

«Babilonia, Misterio Religioso, Antiguo y Moderno, de Ralph Woodrow».