EN DEFENSA DE LA FE CRISTIANA

Buscamos difundir las doctrinas bíblicas que consideramos verdaderas, tales como el unitarismo, el evangelio del reino de Dios, la fe en Jesús como el Cristo y en su sacrificio vicario, el bautismo por inmersión, el diablo y sus demonios como ángeles caídos, la segunda venida personal y post tribulacional de Cristo, la resurrección de los muertos, la restauración del Israel nacional, la iglesia de los santos, el milenio en la tierra, la destrucción eterna de los impíos, y la vida eterna.

lunes, 26 de diciembre de 2011

EL MODERNO PROMETEO Y LA NUEVA CONCIENCIA

WOODROW NICHOLS y BROOKS ALEXANDER

Pero a través del inmenso espacio, mentes que son a las nuestras lo que las nuestras son a las de las bestias que perecen, grandes intelectos, fríos y nada benévolos, contemplaban esta Tierra con envidiosos ojos, y lenta, pero seguramente, preparaban sus planes cono nosotros. Y a principios del siglo veinte llegó el gran desencanto.

H. G. WELLS, La Guerra de los Mundos

Por vez primera en la historia desde la Torre de Babel, la humanidad está unida en una empresa que atraviesa las naciones, razas, culturas, y la barrera del lenguaje. La empresa científica es una investigación en común, amoral, de los misterios del universo, y su lenguaje universal es el de las matemáticas. Esta actividad llegó en el acto a la categoría de mito moderno gracias a los esfuerzos de sus proponentes más literatos y, a veces, gracias también a sus oponentes. El tipo de literatura más responsable de haber amplificado el mito y de haberlo promulgado a las masas ha sido, y continúa siéndolo, la ciencia-ficción. En la actualidad, con la emergencia de la denominada Nueva Conciencia, la ciencia-ficción se halla en la confluencia en que se unen la antigua mitología del idealismo tecnológico y una nueva mitología basada en la validación de los fenómenos paranormales. Como un niño abortivo, bien puede ser el caso de que el género de ciencia-ficción haya producido la mentalidad necesaria para su aceptación como voz profética de la Nueva Conciencia.

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Este artículo consistirá en un breve repaso de algunos de los puntos prominentes de este tipo de literatura. Veremos entonces qué conclusiones podemos deducir que nos alertarán de los engaños del Adversario en otra esfera de nuestra vida cultural. Viajemos a través del tiempo y vayamos a la primera mitad del siglo diecinueve, el tiempo del padre del moderno género de ciencia-ficción: Edgard Allan Poe.

I. ASÍ DIJO EL CUERVO

En el siglo XIX el talante científico capturó la imaginación de todos los campos de la filosofía natural. La política y la Teología no quedaron inmunes al marco matemático-lógico de análisis e investigación. En esta época cada hombre de letras era un chapucero amateur en, por lo menos, uno de estos campos, y estaba, por lo general, familiarizado con lo que estaba aconteciendo en los otros. Así era Poe.

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Poe estuvo entro los primeros en transmitir especulaciones eruditas al público de manera accesible —la historia corta. De hecho, la teoría que Poe mantenía de esta forma y su perfección en su técnica fueron el resultado de su interés por la nueva filosofía «científica». Afirmó estar guiado por un teorema espiritual que él denominó el «principio poético». Creía que una persona guiada por este principio será guiada infaliblemente a la verdad. La obsesión de Poe en su búsqueda de respuestas de los misterios del universo le guió a reinos de misterio que exploró en sus historias de intriga e imaginación.

Los Mystery Writers (Escritores de Misterio) de América conceden un premio cada año a la mejor obra de misterio, y a este premio se le llama el Edgar. Poe escribió las primeras historias genuinas de detectives; el Sherlock Holmes de Conan Doyle está basado en el Monsieur C. Auguste Dupin de Poe. Todos los géneros de ficción actual tienen contraída una deuda con los grandes poderes analíticos y creativos de Poe. Con su pasión por crear el efecto apetecido, manipulando cada palabra y frase en sus esfuerzos por lograrlo, hizo de la narración corta una forma creíble de arte. Fue principalmente gracias al dominio que Poe logró de este género que la narración corta llegaría a ser el vehículo de la ciencia-ficción.

Pero su magna obra metafísica es una de sus últimas obras que escribiera antes de su trágica muerte (resultado de su adicción al alcohol y al opio). En un poema en prosa titulado Eureka («¡Lo encontré!»), Poe bosquejó su solución al misterio del universo, sintetizando sus especulaciones bíblicas (él era un Sudista racista «bíblico») y el conocimiento científico Newtoniano. En su bosquejo, se parece a las teorías del universo de Einstein. En sus implicaciones más amplias es virtualmente un manifiesto de la Nueva Conciencia. El universo de Poe está organizado según el principio de la «simetría». La realidad está según él basada sobre la interacción dualista (casi Taoísta) de la «Atracción» y la «Repulsión», las cuales forman las relaciones recíprocas de toda la materia, espacio, tiempo, luz y gravedad. Este sentido de la simetría es básico a la esencia poética de ambos el universo y el Hombre. Así, según él, poesía y verdad son cosas idénticas. En palabras de Poe: «Podemos aceptar como cosa evidente que el Hombre no puede equivocarse extensamente o por largo tiempo, si permite ser guiado por su instinto poético, el cual he mantenido que es fidedigno, al ser simétrico». Siguiendo su instinto sin dudar, Poe llega a la conclusión de su obra, una conclusión que podría haber sido sacada verbalmente de las escrituras del misticismo del Extremo Oriente:

Lo que llamáis el Universo de las Estrellas es tan sólo su existencia actual expansiva (de Dios). Él siente ahora su vida a través de una infinidad de placeres imperfectos —los placeres parciales y mezclados con dolores de aquellas cosas inconcebiblemente numerosas que designáis como criaturas de él, pero que son en realidad individualizaciones infinitas de Sí mismo... Estas criaturas son, todas ellas, de manera más o menos clara, Inteligencias conscientes; conscientes, primeramente, de una identidad propia; conscientes, también, y ello por débiles e indeterminados vislumbres, de una identidad con el Divino Ser de quien hablamos —de una identidad con Dios... Pensad en que el sentido de la identidad individual quedará gradualmente disuelto en la conciencia general —que el Hombre, por ejemplo, cesando gradualmente de sentirse a sí mismo como Hombre, llegará a aquella época abrumadoramente triunfal en la que reconocerá su existencia como siendo la de Jehová. Entre tanto mantened en vuestros pensamientos que todo es Vida-Vida-Vida dentro de la Vida; la menor dentro de la mayor, y todas dentro del Espíritu Divino.

En su nota final, él explica que a fin «de que Dios pueda ser todo en todos, cada uno debe llegar a ser Dios». Tan solo nos queda esperar que el señor Poe realmente fuera sincero cuando dijo sus últimas palabras: «Señor, ayuda a mi pobre alma».

II. PRECURSORES

Dos devotos discípulos de Poe han proyectado su influyente genio en la ciencia-ficción: Julio Verne (padre de la ciencia-ficción tradicional «orientada científicamente») y H. P. Lovecraft (padre de la ciencia-ficción «fantástica» ocultista). Ambos autores escribieron secuelas a la narración de Poe, Narrative of Arthur Gordon Pym of Nantucket (Aventuras de Arthur Gordon Pym). Verne declaró que Poe era su mentor y estaba verdaderamente obsesionado con la inventiva imaginación de Poe. Todas sus fantásticas historias de increíbles viajes deben su creación a esta chispa creadora de Poe.

ntes de que pasemos a Lovecraft, es esencial mencionar a por lo menos otros tres escritores de literatura científica: Karl Marx, H. G. Wells, y Olaf Stapledon. Aunque muchos encontrarán la idea bastante extraña, se puede considerar al Manifiesto Comunista como un clásico de todos los tiempos de ciencia-ficción —o por lo menos de ciencia hecha ficción. En esta obra, la historia, la política, la sociología y la cosmología son todas reducidas a materialismo científico —tan solo hay que eliminar el Espíritu Divino de la obra de Poe, reemplazarlo con un proceso impersonal histórico dialéctico (tomado del «Espíritu del Mundo» de Hegel), y queda evidente que Marx propone un esquema de valores últimos que, aunque es falso (o ficticio), se reviste de «científico». Marx fue el portavoz del Socialismo Continental. H. G. Wells fue el escritor de la escuela inglesa de los Fabianos. Tomó los ángeles caídos de la Biblia y los colocó en Marte, y adaptó el capítulo sexto de la carta del apóstol Pablo a los Efesios en términos evolucionistas y racionalistas para producir The War of the Worlds (La Guerra de los Mundos). Su Time Machine (La Máquina del Tiempo) es una de las más grandes historias de todos los tiempos en su combinación de sentido artístico, imaginación e ideología. Vio en la ciencia-ficción el medio de propagar su socialismo, y se constituyó a sí mismo como el «guru» de la ciencia-ficción «con mensaje». El hombre, desde su punto de vista, es una criatura en evolución, y su fin el llegar a un estado de existencia suprahumana, divina. La ética moral de la Biblia, basada en conceptos «acientíficos», queda descartada, y la reemplaza por la moral de Nietzsche, la del Anticristo —la moral más allá del bien y del mal, la moral del Superhombre.

Olaf Stapledon fue otro inglés que influenció mucho los temas y esquemas de los futuros autores. Sus obras más influyentes fueron publicadas en los años treinta y cuarenta de este siglo (el período de gestación de la moderna ciencia-ficción de mercado de masas), y aun con esto es extrañamente contemporáneo en muchas de sus ideas y exploró el reino de las especulaciones metafísicas de manera que se podría colocar en cabeza de los humanistas místico-evolucionista-cósmicos. En particular, desarrolló el concepto del «dios en evolución», por el cual se veía la búsqueda espiritual de la humanidad como una etapa en el desarrollo de una superconciencia que llegaría (y quizá podría sobrepasar) a la omnisciencia de «Dios» en las religiones tradicionales.

Siendo tan influyente el pensamiento de Stapledon, no obstante nunca atrajo la imaginación de las masas. Su influencia se hace patente a través de otros autores más populares. Ello quizá sea debido a que sus obras tenían, generalmente, tanto dramatismo como el que tiene la cinta impresa de una computadora. Su Last and First Men está en deuda tanto con Wells como con Nietzsche, pero su idea de que los hombres del futuro serían capaces de poseer las mentes de los hombres del presente fue una manera muy singular de redefinir el antiguo concepto de Demonio.

III. LA SOMBRA QUE SALIÓ DEL TIEMPO

H. P. Lovecraft utiliza la misma idea (solo que son seres invasores procedentes del pasado) en su mejor historia, La Sombra Que Salió del Tiempo. Por dos importantes razones, Lovecraft fue capaz no tan solo de capturar la imaginación de los lectores, sino también de producir toda una generación de escritores que han dejado su huella propia en la conciencia de la ciencia-ficción en desarrollo. La primera fue el poder dramático de un mito conscientemente desarrollado que podría ser una base de continuidad para una seria de historias. Esta base, el Mito Cthulhu, fue basado indirectamente en las ideas bíblicas de conflicto entre el bien y el mal, Dios y Satanás, siendo el marco de acción el que la Tierra había sido habitada hace mucho tiempo por criaturas de intelectos vastamente superiores que ahora están durmiendo, pero que pronto van a despertar para reconquistar el mundo. Por medio de la utilización de sus talentos como escritor, Lovecraft hace erizar los cabellos y tiritar de terror, literalmente, por el horror que produce la descripción de sus extraños seres y toda la acción. Lovecraft era el prototipo de escritor que es impulsado a la fama y a la influencia exclusivamente gracias a sus ventas en el mercado librero. Sería obra de Ray Bradbury el legitimizar el mercado librero con un despliegue de genio literario innegable. Entretanto, la narración corta demostró ser, incluso cuando se abusaba de ella de manera clara, un medio revolucionario tanto para incrementar la aceptación popular de la ciencia-ficción como para extender las metafísicas orientales, o quasi-orientales, con vagas características de ocultismo, que parecen acompañarla generalmente.

El único cristiano que parece haber tenido la capacidad de comprender este fenómeno fue C. S. Lewis, que intentó redimir el género con su Space Trilogy (Trilogía Espacial), que es ahora considerada como un clásico en su género, incluso en los círculos seculares. No obstante, los elementos anticristianos de la ciencia-ficción triunfaron definitivamente. La mayor parle de las presuposiciones que se exhiben en ella son o racionalistas-materialistas u oculto-místicas. No sería hasta más adelante que estas dos corrientes se entremezclarían.


IV. CHILDHOOD'S END (EL FINAL DE LA INFANCIA)

No era ningún error. Las alas parecidas a cuero, los pequeños cuernos, la espinosa cola —todo estaba allí. La más terrible de las leyendas había venido a la vida, procedente del desconocido pasado. Pera ahora sonreía de pie con su majestuosidad de ébano, con la luz del sol brillando sobre tremendo cuerpo.

ARTHUR CLARKE, Childhood's End (El final de la Infancia)

Arthur C. Clarke es uno de los pocos que merecen el apelativo de «gigante» de la moderna ciencia-ficción (entre los otros: Heinlein, Asimov, Van Vogt).

Cuando era un joven de catorce años en Inglaterra, Clarke fue atraído al exótico culto de la ciencia-ficción por medio de los libros. Empezó a escribir historias originales cuando tenía 15 años, y vendió su primera historia a una revista seis años más tarde en 1938. Publicó un ensayo técnico no ficticio en el ejemplar de octubre de 1945 de Wireless World, en el que propuso la utilización de satélites artificiales como estaciones repetidoras de radio y TV (en 1963 Clarke recibió la Medalla de Oro del Instituto Franklin por haber originado los satélites de comunicaciones).

Clarke posee una combinación singular de cualidades: una imaginación rápida y vívida, claridad intelectual para comunicar conceptos difíciles, y las credenciales científicas para escribir ciencia-ficción como si fuera realidad. Su primera obra maestra larga, Childhood's End (El Final de la Infancia), fue publicada en 1953 y recibió la aclamación internacional de críticos literarios asombrados, que habían sostenido tradicionalmente que el género pertenecía al mercado de los niños de doce años. Con sustancia dramática, el libro trata de la última generación del Hombre en la Tierra —una generación que ve a su descendencia transformada en algo totalmente no humano, pero superior a la humanidad. En nivel dramático llega fácilmente a la altura de Poe, Wells y Lewis; a un nivel filosófico es una mezcla poderosamente comunicativa de Nietzsche (el hombre es el puente para llegar al superhombre) y de misticismo monista oriental (la absorción de la individualidad en la Divinidad). El libro es importante porque ha venido a ser literalmente una fuente de ideas y de temas que han moldeado en gran manera las presuposiciones populares sobre las extraterrestres, los OVNIS, y un montón más de asuntos relacionados. Probablemente no será demasiado decir que la novela de Clarke vino a ser la pieza fundamental para el desarrollo de la visión del mundo de toda una generación. Hay algo que excita nuestra curiosidad (pero que no la satisface) en una afirmación críptica que aparece en cursiva en la página de datos legales de cada edición de Childhood's End: «Las opiniones expresadas en este libro no son las del autor».

En el propio libro, los OVNIS llegan a la Tierra en un instante crítico de la carrera espacial y de armamentos para salvarnos de un holocausto nuclear. Las naves están tripuladas por los «Overlords», una raza con intelectos masivos, pero con una curiosa desgana en mostrarse a sí mismos ante los hombres, a los cuales se dedican a gobernar en una dictadura que es ordenada, además de realmente benevolente. Después de un largo tiempo, se revelan a la vista de los hombres y ¡su apariencia es de demonios!

Pero no ... en realidad son guardianes superinteligentes, custodiando a la humanidad para la misteriosa «Supermente», mientras ésta nos prepara para guiarnos a través de unas transformaciones evolutivas enormes e inconcebibles. La nueva raza son los niños de los últimos humanos. Por lo menos, parecen niños, pero sus caras están vacías de personalidad, pues no son individuos. Son solamente células en el cuerpo de la divinidad, neuronas de una sola mente —la Supermente del universo— la que, como el Divino Espíritu de Poe, está absorbiendo toda la conciencia en sí misma. La Humanidad queda arrinconada, porque ha llegado por fin al samadhi racial. Karellen (el jefe invasor) explica:

Creemos —es tan sólo una teoría— que la Supermente está tratando de crecer, de extender sus poderes y su comprensión del universo. Por ahora debe estar constituida de muchas razas, y hace ya tiempo que dejó atrás la tiranía de la materia. Es consciente en todas partes de la inteligencia. Cuando supo que estabais casi preparados, nos envió aquí a hacer su voluntad, para prepararos para la transformación que ya es inminente.

Clarke propina en su obra un diestro golpe ideológico con su astuta inversión de valores al darles a los «Overlords» con su apariencia demoníaca el benigno papel de protectores y de guías. El punto de vista metafísico que mantiene esta línea es expresado en varias maneras. Por ejemplo, una fuerte de oposición a los planes de los «Overlords» proviene de un grupo potencialmente peligroso de fanáticos religiosos, sinceros pero desviados. Con sublime superioridad, Karellen afirma del guía de ellos:

Encontraréis hombres como él en todas las religiones del mundo. Ellos saben que nosotros representamos la razón y la ciencia, y que, por muy confiados que estén en sus creencias, temen que vayamos a destronar a sus dioses. No necesariamente por medio de actos deliberados, sino de una manera más sutil... Creedme, no nos produce ningún placer el destruir la fe de las personas, pero tantas las religiones del mundo no pueden estar en lo cierto, y más tarde o más temprano, el hombre tiene que saber la verdad...

De ello se deduce que algunas de las religiones del mundo puedan estar en lo cierto, y los «Overlords» confirman después esta deducción:

«Vuestros místicos, aunque estaban perdidos en sus propias engaños, vieron parte de la verdad. Hay poderes de la mente, y poderes por encima de la mente que vuestra ciencia nunca hubiera podido asimilar en su marco sin haber quedado completamente trastornada. A lo largo de todas las épocas ha habido informes de extraños fenómenos —poltergismo, telepatía, precognición—, que vosotros habíais nombrado, pero nunca explicado ... Pero existen, y si tiene que ser completa, cualquier teoría del universo tiene que admitirlos y dar cuenta de ellos.

A muchos distintos niveles, Clarke y Childhood's End son fundamentales para comprender la mentalidad contemporánea y su visión de la interrelación de la ciencia, religiones místicas, parapsicología, el reino espiritual, los OVNIS, y el iluminismo. Clarke ató todos estos cabos de una manera muy fuerte en las primeras etapas de su obra, y el significado de esta función no se ha perdido en los posteriores activistas de un color u otro. Muchos de los grupos «OVNI-Underground» han tomado Childhood's End como modelo para tratar de adivinar el intento de los extraterrestres que supuestamente tratan de entrar en contacto con nosotros. Entre los investigadores serios de fenómenos psíquicos y OVNIS, J. J. Hurtak y Andrija Puharich mantienen este punto de vista.

Desde los primeros días de la ciencia-ficción ha habido la obsesión del contacto con inteligencias extrañas. Ahora, del tren de la ficción, la ciencia ha recogido el tópico. Incluso hay gobiernos que han diseñado escenarios para un primer contacto. Clarke desarrolla este tema de manera aún más poderosa en su ciencia ficción más reciente. C. S. Lewis habló de la moderna mitología científica de la evolución, comparándola con la mitología Nórdica en su trágica grandeza cósmica. Tuvo la esperanza de que algún día llegaría algún poeta (un Homero o Dante contemporáneo) que presentase en forma literaria el arrebatador drama de este mito. Clarke ha llegado cerca de esta visión en su guión para 2001: Odisea del Espacio. Desde el amanecer de la inteligencia en los primitivos hombres-simios hasta más allá del espacio y del tiempo en la persona del Hijo de la Estrella, Clarke nos lleva en un viaje que es, en realidad, una vuelta al hogar —de vuelta a la Gran Inteligencia cósmica del universo. Combinada con el genio cinematográfico de Stanley Kubrick, esta mitología ha encontrado una expresión que ha conmovido a todos los que la han presenciado.

La supervivencia del más apto (llevada al punto del conflicto entre el hombre y su propia tecnología en un pavoroso duelo entre un astronauta y su ordenador) guía a un hombre a la perfección, para volver a la Tierra justo a tiempo de salvarla de una guerra nuclear. Kubrick utiliza la poderosa imaginería de la Creación de Adán, de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina, haciendo que el astronauta (David Bowman) toque con su dedo (como Adán extendiendo su mano para tocar a Dios) un monolito metálico, que es el médium de la Mente Cósmica (la Supermente de Childhood's End), en la que es transformado ante nuestro propios ojos, en su lecho de muerte, en el Hijo de la Estrella, el mesías cósmico. Kubrick utiliza descaradamente Also Sprach Zarathustra (Así Habló Zaratustra) en la orquestación, con lo que esta pieza de Richard Strauss acentúa el sabor Nietzscheano de la obra, llevándola a su clímax en la escena de la transformación (esta pieza musical fue compuesta por Strauss como tributo a Nietzsche por su obra filosófica del mismo título). Como en todos los misticismos ocultos, se desacredita la integridad creada del hombre —él no es nada más que un montón de átomos, un medio para un fin, una cosa susceptible de manipulación por cualquier inteligencia superior.

La novela más reciente de Clarke, Imperial Earth (Tierra Imperial), es su argumento más explícito del valor de los contactos con IETs (Inteligencias Extraterrestres). En ella hace un apasionado llamamiento al mundo para que gaste sus recursos en la construcción de un gigantesco receptor que pueda recibir señales que se hallan fuera del rango que es accesible a nuestros actuales receptores. ¿Qué es lo que está pasando aquí? Intentaremos afinar mejor el enfoque antes de contestar a esta pregunta.

V. EL MEDIO ES EL MENSAJE

Es casi irónico que los medios que han hecho que la ciencia-ficción sea más accesible a las masas (TV, radio, películas) fueron a su vez las especulaciones de la ciencia-ficción en el pasado. Hay una conexión asombrosa aquí, una interrelación sutil, y no obstante abierta en la que el medio que expone el mensaje es (y cada vez más y más) el mismo mensaje. Vivimos en una era científica, una era con un shock en el futuro —una era en la que cada vez es más difícil distinguir entre la realidad diaria y la ciencia-ficción. No es de asombrarse que el género se está apartando de su antigua orientación mecanicista y esté aventurándose en el reino de la conciencia en el que sólo los místicos y los ocultistas se atrevían a explorar antes.

La tecnología espacial ha creado en nosotros una actitud de sofisticación galáctica en la que incluso los aterrizajes en Marte son sucesos de ¡ah, vaya! que pueden ser contemplados cómodamente en las noticias de la tarde. Para 1965, cuando la tecnología que iba a permitir un alunizaje ya estaba dentro de nuestro alcance, una serie de TV empezó a capturar lentamente la imaginación de una generación que estaba experimentando cambios revolucionarios, como consecuencia de la crisis de los misiles en Cuba, el asesinato de Kennedy, Vietnam, la explosión de las drogas, y el desea de las masas por «una experiencia de primer orden». Esta serie aún se muestra por la pequeña pantalla, siendo la de mayor éxito de todas las series de todos los tiempos: «Rumbo a las Estrellas».

Recuerdo a mi madre diciendo que, después de aceptar la realidad de grandes viajes interplanetarios, los alunizajes parecían más bien los logros de una raza primitiva. Esta serie no tan solo introdujo, en limpias tajadas de 60 minutos cada una, a sus espectadores en todas las ideas principales de la ciencia-ficción, sino que también sentó el terreno para la afirmación esperanzada de que cualquier contacto con el «más allá» sería benevolente y bien intencionado. La llamada «primera instrucción» afirmaba que la nave espacial Enterprise no podía interferir en el desarrollo natural de ningún planeta, a no ser que fuera solicitado. Si invertimos el concepto, podemos ver sus implicaciones para los que quieren ver en los OVNIS a los «salvadores celestiales». En una asombrosa inversión de los invasores marcianos de H. G. Wells, Clarke y «Rumbo a las Estrellas» han condicionado nuestras mentes a aceptar que cualquier conciencia superior a la nuestra ha de ser benevolente y útil.

Es tan solo ahora que el gobierno está abriendo su investigación sobre los OVNIS al público. Tan solo ahora se nos tiene como «preparados» para recibir alguna de esta información. Cuando Orson Wells radiodifundió su programa de ficción (la «Guerra de los Mundos», en 1938), el público llegó a un estado de pánico. Llegó a ser la definición oficial de interés público el desacreditar cualquier cosa que pudiera causar temor —y no hay nada que cause más temor que lo extraño y lo desconocido. Pero la radio, la TV, la ciencia y la tecnología nos han condicionado, no sólo por el contenido que fluye de ellos, sino también por el solo hecho de su existencia. Nuestras actuales «maravillas» tecnológicas hacen lo inconcebible bastante plausible, y crean una psicología social en la que todo pasa, y en la que la realidad se difumina. Jacques Vallee dice que los OVNIS son parte de un «sistema de control» que tiene la función de «descongelar» primero nuestros sistemas de creencias para reprogramarlos después en conformidad a un propósito más «elevado». En ambos aspectos, la tradición literaria de la ciencia-ficción ha servido como criada a las voluntades que están funcionando en multitud de niveles para condicionar la dirección de la historia humana. Encaremos la realidad: los contactos con las IETs han estado funcionando desde el principio de la historia. En la antigüedad la comunicación era con los dioses del Olimpo, o lo que fuera; ahora es con inteligencias puras y altamente evolucionadas de otras galaxias, o «entidades no-físicas» de otras dimensiones. Cualquier búsqueda activa de contactos can estas inteligencias foráneas (espíritus) está prohibida por la Ley de Moisés —la pena era de muerte por apedreamiento. ¡Despertemos y démonos cuenta de la clase de aventura a la que el mundo se ha lanzado!

VI. PROMETEO DESATADO

El rayo es su esclavo; las grandes profundidades del cielo
Entregan sus estrellas, y como un rebaño de ovejas
Pasan ante sus ojos, él las cuenta, ¡y continúan marchando!
La tempestad es su montura, marcha por el aire;
Y el abismo grita desde su fondo desnudado,
Cielo, ¿Tienes tú secretos? El hombre me descubre:
No tengo ninguno

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PERCY BYSSHE SHELLEY, Prometeo Desatado

El mito de Prometeo siempre ha ejercido una perversa fascinación sobre nuestras mentes. Prometeo se rebeló contra Zeus y robó fuego de los dioses y se lo dio al hombre. Como castigo por su arrogancia, fue atado y destinado a sufrir para siempre. Cada día un ave de presa comería su hígado y cada día le crecería. Este mito fue recuperado por los Románticos Ingleses, especialmente por los Shelleys (Percy y Mary), que eran parte de la escuela literaria que creía que el Satanás de Milton en el Paraíso Perdido era en realidad un héroe que había sido desfigurado en esta gran épica poética de la Caída. Este grupo fue llamado la «Escuela Satánica» (un término acuñado por uno de sus oponentes). Percy Shelley estructuró su Prometeo sobre las líneas sugeridas por su suegro, William Godwin, uno de los fundadores del moderno anarquismo. La figura del Satanás de Milton, el rebelde bíblico, después de que Shelley le descargara del juicio de YHWH, resultó ser el conveniente prototipo del «verdadero hombre», el hombre desligado de la tradición, de la moral, y de las leyes:

La pestilente máscara ha caído, el hombre permanece
Sin cetro, libre, sin fronteras, pero hombre
Igual, sin clases, sin tribu, sin nación,
Liberado de la maravilla, de la adoración, de los rangos,
el rey
Sobre sí mismo...

Brian Aldiss, en su historia de la ciencia-ficción (The Billion Year Spree «El Gran Gasto de Mil Millones de Años»), como buen anglófilo, desea arrebatar a Poe el honor de ser el padre de la ciencia-ficción y devolverlo a su nativa Inglaterra. Mantiene que la primera verdadera historia de ciencia-ficción fue Frankenstein, escrita precisamente por Mary Wollstonecraft Shelley, ayudada por su marido, Percy. Su subtítulo de esta famosa obra fue: El Moderno Prometeo.

Cualquiera que esté familiarizado con la obra sabe que la creación del monstruo fue más bien el resultado de la gnosis ocultista (la alquimia, precursora de la moderna química) que no de ninguna manipulación científica. No obstante, la metáfora de esta mezcla de ciencia y de ocultismo y su resultado, el monstruo, es apropiada para nuestro análisis. Estamos entrando en una época en la que la ciencia está empezando a mezclarse con el ocultismo, y esta unión dará origen al hombre de pecado —el monstruo— el Anticristo, el Inicuo —Prometeo Desatado— el Superhombre.

A su manera, las palabras que la Serpiente le habló a Eva fueron la primera historia de ciencia-ficción: «Comed, y con este conocimiento podréis ser como Dios». H. G. Wells no fue el primero en escribir sobre grandes intelectos, fríos y nada benévolos, preparando lenta, pero seguramente, sus planes contra nosotros. Pablo, el apóstol de Jesucristo, ya trató de esta misma realidad hace casi 2.000 años en su segunda carta a los Tesalonicenses:

«Nadie os engañe en ninguna manera; porque (aquel día) no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios... Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; solo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean en la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.»

(2 Tesalonicenses, 23-12)

El apóstol Juan, en su Apocalipsis, dice que el Dragón (Satanás) dará su poder y autoridad a la Bestia (el Anticristo). No es difícil hacer un esquema del futuro, en el que los gobiernos mundiales harán contactos con las IETs, como en Childhood's End, para recibir instrucciones de cómo llevar los asuntos de este planeta. No nos deberíamos sorprender en absoluto si Jesucristo no es mencionado según su verdadero carácter bíblico por estas IETs. Tampoco debería sorprendernos que no sea mencionado en absoluto.