EN DEFENSA DE LA FE CRISTIANA

Buscamos difundir las doctrinas bíblicas que consideramos verdaderas, tales como el unitarismo, el evangelio del reino de Dios, la fe en Jesús como el Cristo y en su sacrificio vicario, el bautismo por inmersión, el diablo y sus demonios como ángeles caídos, la segunda venida personal y post tribulacional de Cristo, la resurrección de los muertos, la restauración del Israel nacional, la iglesia de los santos, el milenio en la tierra, la destrucción eterna de los impíos, y la vida eterna.

jueves, 7 de enero de 2010

EL REINO TERRENAL Y MILENARIO DE CRISTO

Por el Dr. Javier Rivas Martínez (MD)
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La Biblia dice que Cristo el Señor se representa a sí mismo como «un hombre noble que se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver» (Lc.19:12). Un buen ejemplo para explicar a lo que queremos llegar, es con Arquelao, hijo de Herodes, quien tuvo que ir a Roma para confirmar su reino, que en un momento dado de su vida, lo recibiría para dirigirlo como rey legalmente. Esto se suscitó, a la muerte de su padre. De la misma manera, Cristo subió a la gloria del Padre, en el cielo, para poder recibir el reino que Dios le ha concedido para gobernarlo en la tierra legalmente, en su momento dado, ya que fue ordenado por éste, de acuerdo a las Escrituras:

«El Señor Dios le dará el trono de David su padre». El reino terrenal del Señor Jesús, fue anunciado por el ángel Gabriel (Lc.1:32, 33).

Es claro, que el «hombre noble», es decir, el Señor Jesucristo y Arquelao, recibieron su reinado en el «país lejano», Arquelao reinó de acuerdo a lo estipulado por la realeza hace mucho tiempo atrás, pero Cristo aún no se sienta en el trono de David para regir las naciones con vara de hierro (Ap.2:27), pero llegará el momento en que lo hará (Mt.19:28; 25:31), sin antes de ser visto en el firmamento, con las nubes de la gloria eterna por una humanidad perdida en las iniquidades del sistema del mundo (Ap.1:7).

La Biblia dice que Cristo reinará sobre todo la tierra (Jer.23:6; Zac.14:9; Is.11:3, 4; Sal.72:6-11). El reino de Cristo se caracterizará por la paz universal que tendrá (Is.2:4; Sal.72:7), por su magna justicia (Is. 11.4, 5; Jer. 23:5, 6), por ser un reinado regido estrictamente, o sea, con vara de hierro (Sal.2:8, 9; Ap.2:27; 19:15). Cristo anunció a sus apóstoles que juzgarían ( y reinarán junto con él, porque se sentarán en tronos) en el reino terrenal a Israel:

«Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel» (Mt.19:28).

Es bien claro, que no se trata de nada «espiritualizado»; su literalidad es ovbiamente indiscutible. Cristo regresará del cielo, se sentará en su trono para reinar, y, nuevamente, como anteriormente dijimos, sus apóstoles habrán de reinar y juzgar a su lado la nación israelita. No podemos forzar la exégesis de los versículos anteriores porque el resultado sería desastrosamente confuso. Probablemente, este versículo tenga relación con lo que Isaías dijo setecientos años antes de la primera venida de Cristo al mundo: «Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran antes, entonces te llamarán ciudad de justicia, ciudad fiel» (Is.2:26).

Las Escrituras confirman con seguridad que los creyentes fieles, al igual que los apóstoles de Cristo, reinarán sobre la tierra, y además juzgarán al mundo, y las huestes espirituales de maldad de igual forma (Ef.6:12):

«Y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra » (Ap.5:10).

« ¿O no sabéis que los santos han de juzgar el mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas más pequeñas? ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?» (1 Co.6:2, 3).

Israel se encuentra apóstata en los tiempos actuales, pero llegará el día que se arrepentirá y se convertirá al Señor para poder obtener la heredad terrenal y milenaria prometida desde tiempos antiguos por Dios (Zac.12:10-14; Is.66:8; Jer.31:31-37; Ez.36:24-29; 37:1-14; Ro.11:25, 26).

Después del juicio de las naciones, las ovejas entrarán al reino terrenal (Mt.25:34-40) que conformarán, junto a los israelitas salvos, la gran comunidad santa del grandioso y futuro reino teocrático del Señor. Aunque la Fiesta de los Tabernáculos fue para Israel, en el AT. se afirma que los gentiles salvos subirán a adorar a Jerusalén en esa solemnidad (Is.2:2-4). Así, que, por mil años, se tendrá un solo pueblo que se sujetará a la voluntad de Dios y que le adorará unidamente con amor y esmero.

Los padres tempranos acertaron bien en pensar en el establecimiento futuro de un reino milenario terrenal, debido a que la exégesis correcta de las Escrituras siempre lo ha demandado de tal modo. Entre los padres que apoyan lo anterior están: Bernabé, Papías, Justino Mártir, y Tertuliano. La esencia del reino de Cristo, es cien por ciento escatológica, no existe nadie antes de Orígenes que haya refutado su verdad literal, ni nadie antes de Agustín que lo haya espiritualizado. La idea del reino milenario, fue sostenida, en un principio, en los dos primeros siglos de nuestra era: Una realidad sin debilidades cuestionables para derrumbarla por los suelos.

Las naciones paganas han tenido su auge en el mundo, pero habrán de desparecer en su totalidad. El capítulo 19 de Apocalipsis, da fe a la destrucción del último impero gentil que será regido tiranamente por el Anticristo. Cuando Cristo venga en gloria con sus poderosos ángeles, derrocará al hijo impío y a sus ejércitos corruptos y terrenos con la devastadora espada que sale de su santa boca; después del conflicto celestial-mundano, se instalará el más grande de los reinos glorioso que ojo humano jamás pudo haber visto.

Cuando los mil años terminen, Cristo entregará el reino al Padre Todopoderoso para dar paso al reino eterno. La Biblia es explícita en esto, como podremos ver a continuación:

«Luego, el fin, cuando entregue el reino al Dios Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. . . . Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos» (1 Co. 15:24, 25, 26, 28).

Por lo apreciado, Cristo no reinará para siempre, ya que se sujetará a quien lo sujetó antes, como Hijo obediente, a Dios, que reinará sobre todas las cosas y para siempre, cuando le sea entregado el reino por el Mesías (cap. 21 y 22 de Ap.).

Estoy de acuerdo con un autor, en que el reino milenario teocrático del Señor Jesucristo será la más estupenda manifestación de la gloria divina en la historia de la humanidad dentro de los límites del tiempo. No hay nada que apoye que la vida perdura será en el tercer cielo de Jehová, en un alma inmortal, según los concibieron los pueblos paganos. Eso, es una vil y aterradora falsedad que condena peligrosamente. Después del cumplimiento del reino milenario terráqueo, los cielos nuevos y la tierra nueva habrán de ser (2 P. 3:13), y la Jerusalén de Dios, la nueva, dispuesta como una esposa, ataviada para su marido, descenderé del cielo para que sea morada de aquellos que permanecieron siempre fieles a Dios, sobre toda prueba, y que nos amó para darnos vida, y vida en abundancia (Ap. cap.21; Jn.10:10).

Dios les bendiga hermanos y amigos.

http://www.elevangeliodelreino.org/

www.yeshuahamashiaj.org (Inglés y Español)